26 abr 2008

Comunicado de Jeffrey Luers: preso ecologista y antiautoritario

La Cizalla Acrata

Jeffrey nos cuenta como se negoció su nueva sentencia, reflexiona sobre el activismo radical y aclara ciertas dudas sobre su futuro.

Nota de La Cizalla Ácrata: Para entender parte del contenido del texto os remitimos a la declaración que leyó Jeffrey al ser re-sentenciado, una declaración escrita en gran medida de forma estratégica y de la cual aclara aquí ciertos puntos.

Puedes leer esa declaración aquí: http://www.lahaine.org/index.php?p=28477

Qué largo y extraño ha sido el recorrido a través de este último año.
Me lo he pasado leyendo leyes y luchando para recuperar mi libertad y encontrar una armonía entre mis deseos para este movimiento y mi felicidad personal.
Mis conflictivas emociones o mi desilusión con las luchas radicales aquí en USA no ha sido un secreto. Aún así, a pesar de mi confusión sobre la parte que me corresponde en esta turbia lucha que ahora ve a muchos de nosotrxs entre barrotes, a otrxs tantxs divididxs en facciones, muchos corazones destrozados por la traición de amigos y antiguos héroes, he intentado hacer el esfuerzo de permanecer consecuente con los ideales en los que creo.
A menudo es difícil mantener la cabeza alta cuando el resto de tu vida parece estar derrumbándose, pero debemos de continuar haciéndolo pues sólo con nuestras cabezas bien altas podremos alcanzar a ver los ojos de nuestros enemigos y hacerles entender que aunque podamos tener miedo, no somos cobardes, aunque podamos estar heridxs, no estamos muertxs y lo que es más importante, ser pocxs no quiere decir que seamos débiles y podemos continuar desafiándoles y podemos continuar siendo peligrosxs.
Como muchxs de vostrxs ya sabreis, he sido resentenciado el 28 de Febrero, después de años luchando por una reducción de mi condena original. Pronto haré público los términos de mis acuerdos con el estado.
Durante los meses que precedieron a mi re-sentencia, me tuve que enfrentar a numerosos obstáculos y me ví forzado a tomar decisiones difíciles.
Tras la llegada de mi caso a la corte provincial de apelación, me di cuenta que no sólo había vuelto de su jubilación el juez Lyle Velue sino que el estado me amenazaba con volver a buscar otra sentencia de 20 años. Afortunadamente el juez Velure comenzó a sufrir problemas de próstata y se tuvo que retirar de nuevo. Desde el primer momento en que se me asignó otro juez mi suerte empezó a cambiar y fue la primera vez que pensé que podría tener alguna oportunidad.
Ahora, debo decir que la primera impresión que tenía de Eric Hasselman, el fiscal asignado al caso, es que era un diablo y un estúpido. Como estoy seguro que él va a leer esto, me gustaría decir que al final él me ha impresionado y que le respeto como persona y como adversario.
Según progresaban las negociaciones, ràpidamente pudimos darnos cuenta que el estado tenía un límite del que no bajaría y no me iban a dar una condena por debajo de los 10 años.
Como parte de esos acuerdos y negociaciones, el estado quería de mí una declaración escrita de arrepentimiento de mis delitos. Escribí una declaración, reconociendo que estaba equivocado cuando pensaba que un incendio podría lograr el cambio que deseaba, aunque añadí que no estaba avergonzado por ello y que no me arrepentía por mis acciones. Sin demora alguna, mis abogados re-escribieron mi declaración hasta que aquello parecía un educado y refinado discurso algo digerible y asumible por el fiscal. Auque muchas de las cosas que quería decir estaban allí escritas, el corazón de mi declaración, es decir, que estaba equivocado pero no arrepentido, había desaparecido. Me tragué el orgullo y firmé el maldito papel, y he de admitir que es de las cosas más duras que me ha tocado hacer porque me hizo sentir derrotado.
Tras cerrar las negociaciones, el estado volvió con su oferta final ofreciendo 30 meses de condenada seguida de otra de 90 meses de condena obligatoria, en esencia, una sentencia garantizada de al menos 9 años y medio. Después de acordar a regañadientes el acuerdo, sabiendo que era lo mejor que podía conseguir, el fiscal también exigió una indemnización de 14,000$ además de los 56,000$ iniciales.
En un desesperado y un tanto asqueado esfuerzo, mis abogados se pasaron el siguiente mes intentando dejar fuera del acuerdo los términos de la indemnización a la familia Romania, sin conseguirlo.
En los días finales, con mi cabeza más cabizbaja que nunca, decidí aceptar todos los términos de la oferta fiscal, incluidos los referentes a la indemnización.
Sin embargo, llega el 28 de febrero y más allá de lo que podía imaginar, Hassleman no sólo acepta descartar la indemnización, sino que decide posicionarse a favor de una sentencia favorable para mí. La sentencia sería de 90 meses con un mínimo de 30 meses cumplidos y que me daría derecho a participar de programas y actividades que me dejarían en libertad a finales del año que viene.
Durante el curso de la vista, Eric(el fiscal) dedicó algún tiempo a hacer una descripción de mi progreso como persona e incluso como activista, durante mi encarcelamiento.
Habló de mi ligero cambio desde un fiero radical hacia alguien que entiende los errores de algunos aspectos de la lucha radical y que adoptará métodos más corrientes de cambio. La verdad es que en eso tenía razón.
Él prosiguió describiendo mi punto de vista sobre la necesidad de realizar ciertas acciones y para lo que yo usaba un símil con lo ocurrido con el “Boston Tea Party”. Por sorpresa, parecía estar de acuerdo con esa analogía e incluso admitió que se han construido muy buenos argumentos que defienden la legitimidad del sabotaje y el ataque incendiario para protestar por la destrucción ecológica.
Pero continuó diciendo que eso actos eran crímenes y que necesitaban ser castigados como corresponde.
Cuando Eric terminó de hablar, se me dio la oportunidad de leer mi declaración, esta vez sin muchas correcciones excepto algunas sugerencias realizadas por mis amigos y mi abogado, Lauren Reagan. Una vez finalicé de leer, levanté mi cabeza y ví al juez Billings un tanto desconcertado. Tengo que admitir que lo primero que pensé es que la había cagado de nuevo. Pero entonces pasó lo más alucinante.
El juez Billings me dijo que en sus 35 años como abogado primero y luego como juez, no había escuchado declaración más sincera y apasionante. Dijo que le había dejado impresionado. A continuación se dirigió al fiscal y dijo que aunque alguien pudiese estar en desacuerdo con mi declaración en clara referencia a él, una vez que hubiese abandonado la cárcel, iba a ser considerado un buen redactor de declaraciones y un veterano en el asunto.
El juez Billings dijo estar de acuerdo en que necesitamos un cambio y que yo era una de esas personas que tenía la habilidad de ayudar a crear ese cambio, pero que debería de hacerlo de tal manera que ni yo ni mis compañeros acabásemos en prisión.
Terminó deseándome mucha suerte.
Pero sin duda lo más atónito de ese día fue la atmósfera que se respiraba en la sala. La primera vez que fui sentenciado, fui condenado como un diabólico terrorista que necesita ser encerrado. Francamente, la diferencia con esta vez ha sido un shock.
Ahora no sólo no era un terrorista sino alguien respetable. Mi mensaje no fue algo simplemente retórico sino algo que necesitaba ser escuchado.
La impresión que me llevo de ese día es que de alguna forma ligeramente sutil, nuestras acciones han tenido algún tipo de impacto en la consciencia pública de USA, incluso en la de algunos que podemos definir como nuestros enemigos naturales.
Por supuesto que no son nuestras acciones, sino las motivaciones que hay detrás de ellas lo que se ha llegado a comprender. Mensajes sobre el peligro de una crisis medioambiental que antes eran algo de fanáticos ecologistas y hoy están aceptados por la comunidad científica.
Está desarrollándose un cambio en este país y nosotrxs hemos ayudado mucho a que eso ocurra. No es un cambio radical ni es suficiente como para corregir tantos errores de esta sociedad. Pero es algo a tener en cuenta y trabajar para conducirlo hacia la dirección adecuada. Desde mi último comunicado meses atrás, mucha gente me ha escrito preocupada porque me estaba jubilando del activismo y el compromiso. Me han interpretado de manera errónea. No me he retirado de la lucha, simplemente busco otras formas de crear el cambio que quiero ver.
Todavía creo que la acción directa y la militancia son necesarias. Pero también soy capaz de ver claramente sus fallos y nuestros errores. También soy muy consciente de los fallos que tienen los canales legales y corrientes del activismo ecológico.
Necesitamos encontrar formas para superar las barreras y los obstáculos que se presentan en nuestro camino, a veces parece que es imposible pero no lo es.
Todo lo que debemos hacer es ver lo que cada unx de nosotrxs puede aportar a ese cambio, cómo podemos contribuir al cambio que necesitamos crear.
Para ello, necesitamos dejar atrás la retórica. Necesitamos movernos más allá de nuestra zona de confort y tener en cuenta a gentes hasta ahora ajenas, como potenciales aliados.
La única y simple verdad es que la crisis medioambiental que haremos frente nos va a afectar a toda la humanidad sin distinción de color, credo o filiación política. Es algo que deberemos de cambiar juntxs. Si fallamos en eso, todxs fallaremos.
Si algo he aprendido en estos 8 años es que debemos abrir nuestras mentes, debemos de flexibilizar y dilatar nuestro pensamiento porque nuestras formas no siempre son las correctas e incluso cuando son las correctas, no siempre son el mejor camino de contribuir a un cambio social.
Necesitamos aprender a reconocer nuestros fallos y aprender de ellos. Necesitamos aprender a pensar de forma estratégica, teniendo perspectiva, estando abiertxs a involucrar a más personas y a cambiar. Si el cambio debe empezar por nosotrxs mismxs, deberemos de estar abiertos a ese cambio.
Hay mucho trabajo por hacer. Hay muchas heridas que curar.
Necesitamos empezar recomponiendo todas las piezas que están separadas y poniéndolas juntas de nuevo. Necesitamos recordar nuestra fuerza y encarar los retos que tenemos por delante.
Necesitamos recobrar la pasión por la acción, nuestra voluntad de sacrificio e incrementar nuestra capacidad de compresión. No tenemos ninguna hoja de ruta de la que servirnos. Somos pionerxs en esto y debemos de alzarnos ante los desafios.
Yo por mi parte estoy algo confundido, pero no estoy perdido y no me doy por vencido.
A pesar del dolor que siente mi corazón todavía conservo fe en nostroxs.
Todavía sigo creyendo que tenemos la capacidad de arreglar los problemas que tenemos delante si actuamos con determinación y coraje. Todavía estoy aquí y no abandono.

Jeffrey Luers- Marzo 2008.
Jeffrey Luers # 13797671
CRCI
9111 NE Sunderland Ave
Portland, OR 97211-1708

Fuente: Jeffrey Luers-freefreenow.org
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Los anarquistas llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, ese mundo esta creciendo en este instante -Durruti-