1 abr 2008

A la memoria de Vero y Juan

Apia

En el año de 1999, con la perspectiva puesta en investigar y conocer más a fondo los problemas y procesos sociales en Latinoamérica, decido ingresar a cursar la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras, en Ciudad Universitaria, único lugar en América Latina donde se imparte esta carrera, mis compañeros de generación, eran mas jóvenes que yo, dado que por problemas económicos y familiares me vi forzada a apartarme de los estudios momentáneamente y, paliar mis problemas económicos con una carrera técnica (Diseño Industrial de Patrones), técnica ésta, que más adelante me permitiría él reintegrarme a mis tan anhelados estudios universitarios. En mi generación, adelantaba en promedio cinco años de edad a mis compañeros de aula, más sin embargo esta diferencia de edades nunca significo en nuestro diario convivir, contrastes que por diferencia de edades suelen estropear relaciones, al contrario, si en mi vida existe una experiencia de solidaridad y compañerismo es el que tuve y aprendí de Verónica (Vero) y Juan. En una sociedad donde la postura individualista es la actitud reinante, en la cual, los postulados de competitividad son los valores del barbarismo a seguir. Mientras tanto Vero y Juan detenían el tiempo – el cronómetro de la fábrica, rector del éxito y del acumulad y acumulad sin llenadera – sabedores de que al detenerlo, el espacio para el compañerismo y una la palabra fraterna se abría como lapso ganado al tiempo, momento que equivalía a haber logrado poner un traspié al ser postmoderno.

Vinieron años económicamente difíciles (1999), mi hermana, dictamina el médico, tiene que ser de inmediato intervenida quirúrgicamente, es en este periodo cuando se lanza la iniciativa para la reforma universitaria, en el transcurrir de la huelga, entre asambleas y guardias, entre encuestas y reuniones, la relación con mis compañeros se va fortaleciendo, se rompe la huelga con la bruta entrada de la PFP, varios compañeros, entre ellos Vero y Juan renuncian al semestre, en protesta por la toma de la universidad. Con toda la carga anímica a cuestas, regresamos y organizamos una exposición fotográfica de los acontecéres de la huelga, en la cual participaron una gran parte de los compañeros de Latinoamericanos, esta fue montada en la entrada principal de la Facultad, amenizada con música y bailongo, nos íbamos ayudando a cauterizar heridas que provoco el proceso y fin de nuestra huelga, al mismo tiempo se agudiza la salud de mi hermana, la tienen que intervenir de nueva cuenta, acelero mi trabajo de costura y modelado de prendas, pero aún con lo obtenido en mi labor independiente, el dinero siempre es poco en estos casos, diversifico mi alternativas económicas con la venta de bisutería de bajo costo, Vero y otra querida amiga, me proponen el ayudarme a vender las baratijas por las tardes en la UNAM, mientras yo, me ocupaba de llevar de consultas medicas con mi hermana y trabajo de costura por las tardes.

Llega el año 2000 e Inauguramos César y yo un espacio de exposiciones, el cual tenía como idea principal; el difundir propuestas artísticas y, que agrupadas, nos sirvieran a dialogar y ahondar en la necesidad de una propuesta estética alterna, no solamente que se quedara en lo ‘artístico’ nada más, sino que impactara en nuestra actitud de vida, siempre contamos con la presencia en las tardes de inauguraciones de Vero y Juan, y de muchos queridos amigos, ahora mutuos también de César, hoy mi esposo. Fue un día del albañil (3 de mayo) que abrimos nuestro proyecto estético matrimonial, al enterarse de éste acontecimiento mis queridos amigos, un buen día – muy pegado a éste día de la Santa Cruz – tocaron a nuestra puerta con todo su ímpetu puesto en organizar una gran fiesta de matrimonio, así fue transcurriendo el tiempo y con éste un anecdotario plagado de buenos recuerdos.

Vero, que mejor recuerdo que el verte bailar esa noche en el Zócalo de la Ciudad de México, al ritmo de Celso Piña, esa noche nos dio cuenta, de que la casualidad de encuentro si existe en ésta descomunal ciudad. Juan, que mejor recuerdo, que cuando realice los trajes de reyes magos, con los cuales tu y otros amigos se disfrazaron para entregar juguetes a los niños, o aquella otra ocasión, en la que realice, a petición de una querida amiga mutua, una capa del personaje de Darth Vader (de la película La Guerra de las Galaxias) y que en cuanto viste el atuendo, apresuradamente te la colocaste y te echaste a correr por los pasillos de la facultad.

Un día, al finalizar el mes de enero del año en curso, César me dijo que los había visto a lo lejos atravesar reforma, este sería el último día en que yo por medio de los ojos de César los imagine, con la palabra que siempre me viene a la mente cuando los recuerdo SOLIDARIDAD, palabra muy grande para muchos de nosotros y tan pequeña para describirlos a ustedes dos, actualmente tengo un niño del cual Vero no sería capaz de creerlo, ya que ella, como buena amiga que era – hasta en eso se preocupaba por investigar – me dijo con mucha cautela, como la que tiene una persona que no quiere dañar, que con esa enfermedad había grandes posibilidades, según la ciencia, de no poder procrear un bebé, pues ya tengo alguien a quien trasmitirle sus enseñanzas.

Hoy les doy gracias, Vero y Juan, por haberme trasmitido el valor de la amistad como una suerte de catalizador de fraternidades, colectivos y antitesis contra el individualismo, estúpidamente impulsado por las mentalidades ‘competitivas’.

La concepción de la amistad, para ustedes, no era una oración automáticamente aprendida, en ustedes venía inherentemente enclavada en su ser, GRACIAS.
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Los anarquistas llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, ese mundo esta creciendo en este instante -Durruti-