14 abr 2008

La Vida Urbana de un Campesino Chiapaneco

Machetearte

Por Jahali Madahi Huerta Soy Eulalio Pérez Santis vengó de la comunidad de Yibeljoj, Chenalhó, Chiapas, habitada más o menos por 5 000 personas. Mis padres son Miguel Pérez Arrías, campesino, y mi mamá Juana Santis Gómez dedicada a los quehaceres de la casa.

Ellos nunca nos maltrataron a mis cuatro hermanas ni a mí, siempre nos dieron lo mejor posible. Mis primeros 4 años jugaba con mis primos, hasta que entré al jardín de niños que esta en el centro de Yibeljoj, de los cuatro a los seis años. Cuando salí mis papás me hicieron fiesta y tuve mis padrinos. Después asistí a la primaria en Chebalho, a tres horas de la comunidad. Salíamos desde las 5:00 a.m. para llegar a la escuela a las 8:00 de la mañana.

Los que van a la escuela hasta allá nos quedábamos de ver en un lugar para después irnos todos juntos. Aprendí a hablar español en la primaria porque algunos maestros nos hablaban en español y otros en el dialecto tzotzil. Siempre fui un alumno destacado y muy serio en la escuela; estuve en la escolta. Al entrar a la secundaria, de doce años, era la misma rutina por la mañana: también empezaba a ayudarle a mi papá en el campo, sábado y domingo.

Ya no me gusto seguir estudiando porque gasto un chingo de donde vengo. En Yibeljoj por lo regular una familia esta conformada por siete integrantes, y como se siembra mucho café, de eso se mantienen; más otros trabajos que salen. Las fiestas que se acostumbran celebrar son todos los días festivos y las clausuras, se pone chingón, contratan bandas y se acostumbra a hacer mole y arroz.

Al día se sacan como 40 o 50 pesos si sales a trabajar de machete o azadón. Un día normal de trabajo allá empieza desde las cinco de la mañana hasta como a las tres de la tarde; después estoy con mi familia un rato y salgo con mis amigos o a platicar con una mujer. Por lo regular si te gusta una mujer vas a su casa a hablar con sus papás y si ella quiere en ese momento se va con el hombre.

Hay otros lugares cercanos donde los padres venden a sus hijas sin importar que piensen ellas. Se come fríjol, verduras (eso se siembra allá); y algunas veces carne.

A los diecisiete años decidí venirme a trabajar acá (Distrito Federal), porque no hay mucha chamba en el campo para cultivar y cosechar. Al principio me daba miedo porque pensaba que iba a perderme pero me aguante y me vine con cinco primos; uno ya había venido: Javier Santis. Él fue quien nos trajo a esta construcción para trabajar de albañil. Me acostumbre a las dos semanas, aunque si extrañaba a mi familia. Estuve casi un año y regresé a Yibeljoj tres meses. Volví a trabajar y ya llevó tres años yendo y viniendo.

Viajamos en un camión que sale más barato en ( la Terminal de) San Lázaro, son aproximadamente quince horas hasta San Cristóbal (Chiapas) haciendo paradas; y de ahí otras dos horas a la comunidad. Todos los chiapanecos que trabajan en México (DF), nos reunimos en San Lázaro los domingos y vamos a pasear o jugamos fútbol o básquetbol.
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Los anarquistas llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, ese mundo esta creciendo en este instante -Durruti-