21 abr 2008

Tepito, radiografía de un barrio bravo.

Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo

"Vaya usted a Tepito y platique con los vendedores de Rivero, Matamoros, Aztecas, Toltecas, La Rinconada, Florida, Jesús Carranza, etcétera y sabrá qué fueron antes de ser vende dores. Unos nunca estudiaron nada. Quisieron ser artistas, futbolistas o boxeadores profesionales, pero no la hicieron y ahora están aquí, vendiendo ropa, zapatos, fayuca, chácharas, tepache, refrescos, taquitos, jicaletas… Algunos estudiaron unos cuantos meses o años de primaria, a pesar de que son muy jóvenes, y provienen de los barrios más pobres del área metropolitana, pero mejor se decidieron hacer la lucha en Tepito como tilladores. Otros fueron obreros mal pagados.
Otros más son universitarios truncos, pasantes y hasta titu lados que jamás encontraron dónde ejercer su profesión. Hay muchas mujeres, jóvenes y ancianas, abandonadas a su suerte, jefas de familia, madres solteras, universitarias truncas, pas antes y hasta tituladas que jamás encontraron tampoco un trabajo digno."

I. Tepito en lo sociogeográfico.


Tepito se encuentra en la delegación Cuauhtémoc, ubicada en el centro del Distrito Federal, DF. Según la información oficial, esta delegación política se encuentra en promedio a unos 2,230 metros sobre el nivel del mar y tiene una superficie de 32.4 kilómetros cuadrados, equivalente al 2.1% de toda el área del DF. Sus colindancias con otras delegaciones son: al norte con Azcapotzalco y Gustavo A. Madero; al sur con Iztacalco y Benito Juárez; al poniente con Miguel Hidalgo y al oriente con la Venustiano Carranza.

Según la misma información oficial el área de esta delegación “es considerada la cuna histórica del país… sede de la Gran Tenochtitlan de semblante lacustre con asombrosos templos y palacios, pirámides y mercados, canales y calzadas, jardines y barrios”. Ni más, ni menos.

La Cuauhtémoc está compuesta por 34 colonias, las cuales, según el gobierno del DF, son “un ejemplo notable de arraigo, de conciencia de barrio y de calidad humana de quienes habi tan en ella”.

En la Cuauhtémoc habitan, según datos del Conteo de Vivienda de 2005, 521,348 habitantes, de los cuales 245,697 son hom bres y 275,651 son mujeres. Pero a lo largo del día, circulan 5 millones de personas y 800 mil vehículos en esa demarcación política. La actividad económica de todos esos millones de per sonas produce anualmente el 4.6% de la riqueza nacional (Producto Interno Bruto, PIB) del país, cantidad cercana a la riqueza del mayor ladrón legal del mundo, Carlos Slim, consis tente en unos 60,000 millones de dólares.


II. Tepito en lo sociohistórico.

Es bien conocido que desde tiempos prehispánicos Tepito fue un pequeño mercado “interno” cercano a Tlatelolco. En los mercados “internos” confluían vendedores no “profesionales” llamados tlanamacaques o tlanamac. Por otro lado, en el señorío azteca funcionaban también otros mercados de mayor envergadura que se dedicaban al comercio en grande y exte rior, como el de Tlatelolco. En los grandes mercados los vend edores eran llamados pochtecatl, pues recibían una educación especialmente diseñada para ejercer el comercio. Los pochte catl eran, pues, los grandes comerciantes aztecas, muy al con trario de lo que comúnmente se cree, en el sentido de que eran comerciantes en pequeño. Los comerciantes en pequeño eras los tlanamacaques.

En los grandes mercados, como el de Tlatelolco, tenían lugar las transacciones comerciales más grandes e importantes de la capital azteca. Los cronistas de la conquista coinciden en decir que en ese mercado transitaban hasta 50,000 personas, entre vendedores y compradores.

Por su cercanía con Tlatelolco, en Tepito tuvieron lugar parte de los últimos esfuerzos de resistencia mexicana en contra de los españoles aquel triste 13 de agosto de 1521. Algunos estu diosos tepiteños afirman que en la esquina de lo que hoy son las calles de Tenochtitlan y Constancia tuvo lugar el último mandamiento de Cuauhtémoc, en el que insta a los com batientes mexicas y tlatelolcas a resistir hasta el final. Por ese sólo hecho histórico, Tepito podría estar entre los sitios históri cos más renombrados de la ciudad de México y del país, pero otros hechos de índole social y económica nunca lo per mitieron. En primer lugar, luego de la derrota mexica, los españoles se concentraron en el centro de la capital y desplazaron de ese lugar a los derrotados. Ese hecho obligó a los vencidos a buscar alojamiento en los alrededores de la capital, y entre los lugares en los que el triunfante gobierno español permitió asentarse a los vencidos se encuentra Tepito.

Luego de la guerra de resistencia, el pueblo asentado en Tepito volvió a ejercer el comercio, aunque en escalas mínimas y condiciones deplorables, por supervivencia. Los derrotados vendían lo que podían, pues la guerra los había dejado sin nada material. Los despojados entonces estaban en sus tierras como arrimados. Y así recomienza el comercio, de lo que se puede y como se puede, en Tepito.

Cierto es también que con el transcurrir de los siglos Tepito vivió ligeros desplazamientos espaciales así como cambios en el tipo de productos que se mercaban en su interior.
Como resultado del crecimiento urbano y de diversas medidas administrativas del gobierno de la ciudad de México, los pueb los de indios fueron desapareciendo desde la década de 1860, por lo menos oficialmente. Tepito persistió entre los pueblos indios de Santiago Tlatelolco y San Juan Tenochtitlan.

Tepito, como espacio comercial actual, es resultado de la fusión de dos mercados, el del Baratillo y el de la Plazoleta del Tempo de San Francisco de Asís. “En 1901 fue reubicado el Baratillo en la zona aledaña al mercado de la plazoleta, hacia las calles de Bartolomé de las Casas, en donde se fundió con el mercado local, fijando las bases para el fortalecimiento de este rumbo comercial, hoy conocido como Tepito”. La mala fama de Tepito siempre ha existido.

Su “peor” parte provenía del mercado del Baratillo, el cual “ocupaba la Plazuela de Jardín y había sido reconocido como el lugar de venta de artículos usa dos (muchos de ellos robados, según las autoridades). Además del rechazo que causaba en algunas voces ciudadanas este tipo de vendimia, los vendedores del Baratillo eran acusados de prácticas antihigiénicas. El tipo de mercancías y la apariencia física, el vestuario y las prácticas de quienes las vendían con formaban para las una imagen negativa, la cual se buscó er radicar de lugares concurridos por la «gente de bien»”. Según algunos investigadores y cronistas de la ciudad de México, la unión de esos mercados formó parte de una acción deliberada para estratificar socialmente los mercados, es decir, para jun tar a los sucios y pobres, y separarlos de la “gente de bien”.

Como parte de esa concepción elitista de la ciudad de México, calles como las actuales Madero, 5 de Mayo y Bolívar fueron reservadas en ese tiempo como vías peatonales para las clases pudientes, mientras que las calles en las que circulaban el tran vía y los automóviles estaban atestadas de comerciantes y gente del pueblo, formando un espectáculo folclórico que dis frutaban los pasajeros de esos medios de transporte. La eterna visión folclórica que se tiene de los indios; ver sus vidas, sus costumbres, sus modos, como un espectáculo colorido del “México profundo”, eufemismo racista y elitista que deja en trever el sentimentalismo pequeñoburgués de los desarrai gados de la cultura popular.

A inicios del siglo XX un “rumbo” de comercio popular se con solidó entre las áreas de La Lagunilla, inaugurada en 1904, para sustituir el viejo Mercado de Santa Catarina, y los dos merca dos mencionados anteriormente. Para esos años, la Plaza de Fray Bartolomé de Las Casas se encontraba llena de puestos fijos y semifijos, la eterna historia evolutiva del comercio popu lar.

Siempre por este “rumbo comercial” subsistieron dos fun ciones sociales: la vivienda y el mercado. Muchos vendedores de esos rumbos vivían y vendían en sus locales comerciales, a pesar de las prohibiciones de la época. A la par de esto, ya para esos años, inicios del siglo XX, estaban en funcionamiento cier tas barracas que eran rentadas con el fin de habitar cerca de los mercados. Esas barracas baratas, para gente pobre, jugaron un papel esencial en el fomento y desarrollo posterior de cier tos “artes y oficios”, como el de los zapateros, en Tepito. Ese oficio en particular tiene su origen en los años de la Guerra Cristera, cuando llegan miles de soldados cristeros a la ciudad de México y algunos se alojan en las barracas de ese rumbo comercial. Como muchos de esos soldados cristeros provenían de tierras como Jalisco y Guanajuato, lugares donde el oficio de zapatero es fundamental, y al quedarse a vivir definiti vamente algunos de ellos en Tepito, poco a poco se fue enrai zando el oficio de la zapatería en el barrio como medio de sub sistencia económica. Pero el capitalismo no perdona nada, y arrasador como es, ha ido desapareciendo de Tepito ese oficio.


III. México y Tepito, atrapados en las implicaciones económi cas del capitalismo.

Sin caer, nosotros, en la burda descalificación contra los vende dores ambulantes y Tepito, presentamos a continuación al gunas cifras oficiales sobre diversos rubros en los que la “delincuencia” y la economía se entrecruzan. Tómense en cuenta para confrontarlos con otros temas que abordamos posteriormente.

Contrabando y “piratería”:
En México hay unos 8 millones de vendedores de pro ductos ilegales. Las utilidades van de los 6,000 a los 10,000 millones de dólares. El 80% de las películas y la música “pirata” del DF son vendidos o comprados en Tepito. La diferencia de precios entre los productos piratas y los originales llegan a ser de más de un 300%.

Fonogramas:
El 60% de la música vendida es “pirata”. Vendedores de fonogramas “piratas”: 55,000. Mientras que al año se venden 105 millones de discos “piratas”, se venden anualmente 65 millones de discos originales.
México ocupa tercer lugar en venta de discos “piratas”, debajo de Rusia y China. Por dicho concepto se obtienen ganancias de “400 millones de dólares”. Según los empresarios, las pérdidas anuales por pi ratería llegan a los 1.000 millones de dólares.


Videogramas:
La “economía formal” vende 22 millones de copias de películas en diversos formatos, mientras los “piratas” llegan a vender casi 30 millones.

Vestido:
El 58% de la ropa en México es de contrabando. México perdió en 2007 unos 10.000 millones de dólares por la competencia ilegal y el robo de mercancía.

Calzado:
El 66% de calzado deportivo es “pirata”.

Telecomunicaciones y software
El 55% de programas para computadoras son “piratas”.

Cigarros y puros de tabaco:
El 90% de cigarros y puros de tabaco son “piratas” o de contrabando.
Los rubros en los que la “piratería” y el contrabando ejercen su poder son innumerables, pero algunos que también sobresalen son: juguetes, relojes y papelería.


Organizaciones:
Para 2007, en Tepito había por lo menos unas 59 organizaciones de comerciantes. Sobresalen, La Asociación Legítima Cívica y Comercial, dirigida por Alejandra Bar rios, de filiación priísta.

Por parte del PRD sobresale la organización dirigida por María Rossete, que llega a aglutinar a 20 mil puesteros, a quienes exige cuotas diarias de 50 pesos (unos 4.5 dólares) a cambio de protección y otros servicios como guarderías, servicios médicos y educación.

Se calcula que en Tepito hay unos siete mil puestos, de donde 70% de los comerciantes vienen de fuera de ese barrio. El 70% de los puesteros de Tepito son mujeres.
Se dice que desde los años 60’s se configuró esta com posición, pues en aquellos años los hombres se concen traban en el contrabando de mercancías, mientras que las mujeres se quedaban a venderlas en Tepito.


Delincuencia:
En Tepito se presentan seis tipos de ilícitos: venta de aparatos eléctricos (de dudosa procedencia) “piratería”, falsificación de marcas, drogas, armas y delincuencia común. Pero se aclara que los cinco primeros rubros son delitos que deben perseguir el Gobierno de la República, mientras que combatir la delincuencia común, es re sponsabilidad del Gobierno del DF.

En 2006, Tepito registró 58 asesinatos con arma de fuego. A nivel colonia, el 32.6% de las denuncias por delito provinieron de la Unidad Habitacional conocida como La Fortaleza.

Ese mismo año, el 14.4%, 439 de los 3 mil 93 reclusos de la Ciudad de México, dijeron que tenían su residencia en el Barrio Bravo.

Sin considerar otras drogas como el alcohol y el cigarro, tenemos que en Tepito se distribuyen:
En el 2007 se distribuían en Tepito, según las autori dades,15 toneladas de mariguana y unos 240 kilos de cocaína.


Basura:
En Tepito, cada día se recogen 120 mil toneladas de basura.


IV. El ninguneo de Tepito en la economía, por parte de autori dades locales y nacionales

El desprecio social y la descalificación política gubernamental en contra de los comerciantes de Tepito son manifiestos y em piezan desde que económicamente no se les reconoce su exis tencia como unidades económicas “móviles” ni como “microempresarios”. Por eso no aparecen en los censos económicos nacionales de 2004, donde se reconoce que las unidades económicas móviles, aquellas “que llevan a cabo su actividad de manera ambulante (como carritos o vendedores ambulantes)”.

Según criterios de la Unión Europea y de la OCDE, un negocio que cuenta con 1 a 9 trabajadores y que tiene utilidades aun ales menores a los 2 millones de euros, debe ser considerado como una microempresa.

Se nos dirá que lo que hay Tepito es delincuencia organizada y no comercio formal. Pero más allá de esa forma tramposa y superficial de abordar el problema lo cierto es la gravedad de un asunto económico toral en el país: el problema del subem pleo y del desempleo. Veamos los siguientes datos.
Según datos oficiales del gobierno, del INEGI en particular, en el año 2003 había en el sector comercial 1,580,587 unidades económicas (comercios formales), las cuales mantenían ocu padas a 4,997,366 personas.

En Tepito se calcula que hay unas 7,000 unidades económicas móviles (puestos semifijos y ambulantes). Desconocemos el número exacto de personas ocupadas en Tepito, pero tan sólo considerando que la organización de comerciantes de María Rossete está constituida por 20,000 puesteros, entonces po demos decir que el asunto no es menor.

Si el dato anterior no es suficiente, veamos las cifras como país. A nivel nacional se calcula que 8 millones de personas viven del comercio informal. O sea, queda documentado que en el sector comercial del país es mayor el número de traba jadores informales que el de los trabajadores formales: respec tivamente, 8,000,000 contra 4,997,366 trabajadores.
Más aún, el sector comercial informal cuenta con más traba jadores que el propio sector industrial de las manufacturas: las unidades económicas de ese sector registradas formalmente son 328,718 y ocupan 4,198,579 trabajadores. En el comercio informal trabajan casi el doble de personas que todo el sector industrial de las manufacturas del país.

No pretendemos decir en modo alguno que sólo basta reconocerlos como trabajadores formales, sino pretendemos hacer énfasis en la gravedad económica del asunto que está detrás del problema de los trabajadores informales del país y de Tepito en particular. Los comerciantes de Tepito son parte de los 8 millones de personas a las que el gobierno ni la “libre empresa” les han podido garantizar un trabajo digno.

Los trabajadores de Tepito, porque eso son, antes que “vendedores informales”, han aprovechado los vicios más en fastos de la corrupción gubernamental y la “libre empresa” (del capitalismo, en última instancia) para poner en jaque a millones de unidades económicas formales. Y así han logrado sobrevivir la maldita miseria y el olvido a las que los empujan el gobierno y el capitalismo. ¿Podía ser de otra manera? Sí, seguramente, pero no en el capitalismo, donde se enseña a la gente a irse por los caminos fáciles, y ese es el camino que con toda justicia han debido recorrer quienes de la ineptitud más plena del Estado no han recibido una mejor pro puesta, quienes ante el voraz capitalismo no tiene tiempo de quedarse cruzados de brazos para no morir de hambre. Si Tepito existe hoy no sólo es gracias a la culpa del gobierno, sino incluso a pesar de él. Es sobre todo gracias al capitalismo, el cual siempre tiene vericuetos ilegales que lo llevan a esta dios cada vez más contradictorios con la justicia.

Mientras mejor se estudie el aspecto económico se encontrará que Tepito no dejó de ser “semillero” de campeones de box, sino que quiso dejar de vivir ilusamente del prestigio y la fama de unos cuantos campeones nacionales e internacionales de box, que quiso tener mayores aspiraciones económicas y sociales, y escogió la manera menos difícil, y esa manera estaba a la mano, se la dio el gobierno a través de la corrupción y el capitalismo, a través de la libre concurrencia.

Contrabando y “piratería” son intrínsecamente fenómenos de la “libre concurrencia”, de la competencia a muerte por los mercados internacionales, internos, regionales y locales.

Algunos dirán que Tepito es el epicentro del caos, pero eso es inexacto. Tepito está justamente en el otro extremo del epi centro, donde las ondas propagadas por el caos llegan ya mag nificadas y combinadas con todas las demás turbulencias que tienen su origen en otros lugares, por ejemplo, en las Bolsas de Valores del mundo. En Tepito, tales ondas magnificadas se combinan, durante todo su recorrido, con innumerables fenómenos económicos, políticos y sociales, los cuales al final conforman una cultura, un modo de ser, una síntesis de lo que somos, una infinita contradicción, una dialéctica muy compleja. ¿O no, parejitas?


V. Tepito, una mirada desde adentro.

Dicen que en Tepito se rindió Cuauhtémoc. Dicen que Chin Chin el Teporocho es de Tepito. Dicen que en Tepito vivió la Quinceañera. Dicen que en Tepito roban y matan. En fin, de Tepito se dicen muchas cosas, muchas de ellas completamente falsas.

Tepito siempre ha sido mucho más que el lugar del Arte Acá, más que el lugar por excelencia del albur, del comercio ilegal, del tráfico de armas, de la fayuca, de las drogas, de la transa en una palabra. Tepito es mucho más que todo eso. Tepito es uno de los resúmenes más completos de lo que es México.

Adéntrese usted en Tepito y encontrará gente de todos los estados del país y mexicanos que incluso ya han habitado en otros países.

Es cierto que si usted va los martes a Tepito lo encontrará más propio, más original, pero no por eso menos lleno de contra dicciones ni menos colorido. En los martes tepiteños usted encuentra un resumen del México popular un poco más pequeño. ¿Por qué más pequeño? Porque los martes los vendedores de Tepito descan san. Entonces, en el Tepito de los martes, usted encuentra sobre todo a los habitantes de Tepito. Los vecinos de Tepito. Que también suelen ser vendedores. Pero el Tepito de los martes sería algo así como el Tepito de sus habitantes originarios. Pero lejos está esa definición de caer en chovinismos absurdos o en una especie de indigenismo filantrópico arropado en “novedosas” categorías filosóficas, pero absurdas. Tepito es el Tepito de toda la semana.

Lo cierto es que en el Tepito de toda la semana, una buena parte de quienes trabajan ahí provienen de colonias o mu nicipios como Ciudad Azteca, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Bella Vista, Santa Fe, Cuajimalpa, Progreso Nacional, Cuaute pec, Tlalnepantla, etcétera. Por eso el Tepito de toda la se mana es ya un Tepito metropolitano, nacional y hasta interna cional.

Cuando el gobierno —los gobiernos federal y del Distrito Federal— pretende atacar la delincuencia de Tepito y la que no es de Tepito, pero que también se mueve ahí, se enfrenta a un menudo problema: entre la verdadera delincuencia y las hor das policíacas del gobierno —que son incuestionablemente parte de la delincuencia misma— se encuentran miles de ino centes, miles de trabajadores de la llamada economía subter ránea o informal, cuyo trabajo es la venta, el comercio en pe queño. Cuando el gobierno les decomisa su mercancía y la junta toda para presentarla a los medios noticiosos como una enorme cantidad de mercancía “pirata”, lo que hace es ignorar un hecho: que a quien golpea fundamentalmente es a esos miles de vendedores, esos miles de pequeños minoristas. O sea, pequeños vendedores, trabajadores del comercio que muchas veces alquilan su puesto o localito en Tepito, y que obtienen su mercancía fiada de los grandes mayoristas o bodegueros de Tepito.

Gracias a los operativos del gobierno en Tepito esos trabajadores minoristas han dejado de percibir su ingreso de cada día. Muchos que rentaban su puesto lo han debido abandonar porque ya no salió ni pal chivo ni pa la renta del puesto.

Muchos se han quedado sin mercancía, porque las ventas se han reducido casi hasta la nulidad. Y otros hoy están ahogados en deudas… porque la merca no ha salido. El otro día, un vend edor no se había persignado, no había vendido nada y ya era tarde… entonces llegó una señora que le preguntó el precio de una de sus mercancías… Como traía en un vasito un coctel de frutas a medio comer, lo re cargó encima del puesto del vendedor mientras veía la mercancía en la que estaba interesada… Pasó el tiempo y la señora no se decidió por la mercancía, y se fue, así como llegó. Pero olvidó su coctel.
Entonces, el vendedor lo quitó de encima del puesto y lo colocó, pretendiendo que nadie lo advirtiera —ergo, más bien, lo escondió—, de bajo de su puesto, y lo cubrió con una caja de cartón. Todo eso lo hizo con esa dolorosa vergüenza del que siente que le está robando la comida a alguien. Pasaron unas tres horas… y entonces ya casi a la hora de levantar los puestos… sacó el coc tel y lo comió pausadamente… El hambre es dura. Y los tepiteños la están sufriendo.

Vaya usted a Tepito y platique con los vendedores de Rivero, Matamoros, Aztecas, Toltecas, La Rinconada, Florida, Jesús Carranza, etcétera y sabrá qué fueron antes de ser vende dores. Unos nunca estudiaron nada. Quisieron ser artistas, futbolistas o boxeadores profesionales, pero no la hicieron y ahora están aquí, vendiendo ropa, zapatos, fayuca, chácharas, tepache, refrescos, taquitos, jicaletas… Algunos estudiaron unos cuantos meses o años de primaria, a pesar de que son muy jóvenes, y provienen de los barrios más pobres del área metropolitana, pero mejor se decidieron hacer la lucha en Tepito como tilladores. Otros fueron obreros mal pagados.
Otros más son universitarios truncos, pasantes y hasta titu lados que jamás encontraron dónde ejercer su profesión. Hay muchas mujeres, jóvenes y ancianas, abandonadas a su suerte, jefas de familia, madres solteras, universitarias truncas, pasantes y hasta tituladas que jamás encontraron tampoco un trabajo digno.

Vaya usted a Tepito y pida a un vendedor que le describa su rutina de trabajo durante los últimos años: llegar a la bodega; cargar la mercancía en el diablo hasta el tope, para evitar muchos viajes, amarrarlo bien, sacarlo de la bodega, bajarlo de la banqueta con cuidado, sin que se te ladeé —cosa en la que los neófitos siempre fallan—, conducirlo por avenidas y calles llenas de autos, gente y puestos fijos, semifijos y ambulantes, cuidar no enganchar los cuernos del diablo con la ropa o los cuerpos de la gente o con las cuerdas de las innumerables lonas que cubren los infinitos puestos o con bancos o sillas y cajas de mercancía que otros vendedores mantienen cerca de sus puestos… y cuidando de que una llanta del diablo no vaya a caer en un bache u hoyo, porque se te ladea también… y es más difícil levantar del piso un diablo que se cae de lado, que cuando se te va para atrás… Pregúntenle a los que saben, para que vean que las FARP no los estamos engañando…

Y ahí va el diablo, y entonces hay que avisarle a la gente, apoyado con un chiflido fuerte, que ahí va… que ahí va el diablo… que ahí va… que ahí va el golpe… que va por ahí… que golpe avisa… así hasta llegar al localito. Se barre y se recoge la basura; se limpia el lugar con algo de agua, si es necesario. Y va la inversa. Se reacomoda el diablo para que al desamarrarlo no se venga la mercancía abajo. Se baja primero el tubular, para armar el puesto. Se va bajando la mercancía paulatinamente y se coloca sobre algún lugar específico del puesto, cuidando que dicho lugar esté estratégicamente bien escogido, para que se vea, porque el que no enseña, no vende. Y luego vienen las horas de venta, de batallar con los clientes, de ir de aquí para allá, buscando la mercancía que no se tiene a la mano, o de aburrirse hasta la saciedad cuando no hay clientela, sino sólo chinches que no compran nada… que sólo pican y se van… Pero ahora no hay nada, ni clientela ni chinches… Tampoco hay trabajos dignos. Pero el humor negro del tepiteño nunca claudica. Los unos a otros se ironizan, y a sabiendas de que a nadie le ha ido bien, los primeros en levan tar su puesto dicen: “yo ya me voy, que se queden los que no han vendido”… Ya es tarde y va todo al revés. Dicen los vende dores de Tepito: “¡Ahí nos tienes, todos pinches sudorosos, cargando el pinche diablo de regreso a la bodega, con toda la pinche misma mercancía de regreso, porque no hay ni una puta venta!”… Y al día siguiente es lo mismo. ¡Gracias, señores Calderón y Ebrard!

En Tepito las verdaderas leyes de la libre concurrencia, del libre mercado, no valen nada, porque para eso están la policía y los grandes intereses comerciales de unos cuantos ricos. Los tepiteños saben que en todo esto tienen bien metidas las manos Carlos Slim y otros grandes magnates del comercio y la especulación financiera. Y se quejan de que el PRD se acerque a ellos para no ofrecerles nada, sólo rendición y abandono su trabajo como comerciantes minoritarios. Votaron por elde PRD, y eso no se les va a olvidar tan fácilmente; lo dicen con enojo y cierta amargura: “pero si votamos por el PRD, ¿por qué se empeñan en hundirnos?”…



Fuentes documentales básicas:

1. Gobiernos del D.F. Y federal.

2. www.forbes.com, The World’s Billionaires, edited by Luisa Kroll, 05 de marzo de 2008.

3. Barbosa Cruz, Mario. Rumbos de comercio en las calles: frag mentación espacial en la Ciudad de México a comienzos del siglo XX.

4.– Diversas notas periodísticas de El Universal, El Financiero, Re forma, La Jornada, entre otros.

Tomado de Verde Olivo No. 13 publicado en Cedema.org
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Los anarquistas llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, ese mundo esta creciendo en este instante -Durruti-