23 may 2008

Con una mentada recibieron a Emilio en el primer acto de su gira por Lagos de Moreno

La Jornada Jalisco

-Tienen derecho a gritar y protestar, eso es parte de la democracia, señaló el mandatario
-La protesta, en la inauguración de la biblioteca de una preparatoria de la UdeG, provocó la llegada de policías

JUAN CARLOS G. PARTIDA (Enviado)

Lagos de Moreno, 21 de mayo.- “Emilio… chinga tu madre”. El grito rompió el impasse del primer acto en la gira por su tierra natal, ese momento de vacío previo al inicio de la ceremonia, cuando ya todos los invitados habían logrado entrar a la preparatoria regional de la UdeG para inaugurar la biblioteca, escabulléndose a la cincuentena de manifestantes entre estudiantes y trabajadores universitarios que lo esperaron por la puerta de entrada con cartulinas y consignas mientras el grupo ingresaba por la parte trasera.

La cara del gobernador se desencajó inevitablemente, el color huyó de su rostro. En su tierra, en el primer acto de cuatro programados. Por fin escuchaba en directo el malestar de las “minorías”, como él mismo calificó a sus críticos, generado por la decisión de entregar 90 millones de pesos del erario para la construcción del santuario cristero en la Zona Metropolitana de Guadalajara y por la mentada de madre que les otorgó luego, una noche aciaga que provocó manifestaciones públicas de repudio que González Márquez nunca presenció en directo. Hasta este miércoles.

“Primero déjenme dirigir un mensaje a los amigos que han venido a manifestar su justa protesta, que respeto y respaldo las protestas de toda la gente que piensa diferente; creo que eso es parte de la democracia y tienen derecho a gritar, tienen derecho a protestar, tienen derecho a que se les respete esa libertad, para eso hemos trabajado tanto en México, para que tengan ellos la posibilidad, si así lo quieren, de oponerse a lo que el gobierno hace. Segundo punto para mis amigos manifestantes: yo me equivoqué, una vez me equivoqué y me vi corriente, no se equivoquen ustedes, no se vean corrientes; yo estaba en una cena, ustedes están en una casa del saber, en un centro de estudios; si yo me equivoqué, es decisión de ustedes si se equivocan como yo lo hice en alguna ocasión; ofrecí disculpas, porque lo hice mal, está en ustedes saber si son tan corrientes como yo, o si no llegan a ese nivel”, dijo entrecortado primero, tras escuchar el grito, más seguro conforme avanzaba en sus palabras, desencajado todo el tiempo.

Desde antes de su llegada se cocinó el repudio. Junto a la puerta de acceso a la prepa, las decenas de manifestantes con cartulinas donde lo más suave que se leía era “Etilio, la tuya”, esperaron sin éxito la llegada del gobernador. Marco Antonio Briseño Torres, hermano del rector general y director de la escuela, salió a paso veloz y se fue directo a los manifestantes: “muchachos, muchas gracias pero nos acaban de cancelar el evento”. El ardid no dio resultado y en cuanto comenzó el acto oficial en el interior, el grupo se desplegó hacia esa zona, por fuera del enrejado, desde donde volvieron a desplegar cartulinas y a iniciar una gritería llena de recordatorios maternos.

“Bienvenida la protesta, bienvenida la oposición. Orgulloso estoy de que en mi municipio, en donde hemos sido capaces de enfrentarnos a la autoridad cuando ésta no cumple con lo que el pueblo quiere, bienvenido que sea ésta también, mi tierra, como en su momento fue la cuna de la Independencia, que sea también la cuna de la libertad. Me precio de ser laguense y saludo a todos los laguenses, en este espacio de libertad. Bienvenidos amigos, están en su derecho”, concluyó su alocución hacia los inconformes.

La protesta provocó que la prefecta de la preparatoria buscara imponer una valla humana de jóvenes bachilleres al pedirles que se colocaran de espaldas al enrejado, entre los manifestantes y los invitados. También llegó una veintena de policías antimotines rápidamente. No pasó a mayores y no hubo seguimiento en los otros tres actos programados. Pero la espina quedó clavada.
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.