25 may 2008

Las muertes de Marulanda.

Extractos tomados del libro Tirofijo: Los sueños y las montañas. 1964-1984. El mar, la ciudad, la muerte natural, la búsqueda insaciable de un sueño como ideal.

Escrito por Arturo Alape en conversaciones con Manuel Marulanda.
Colombia, Editorial Planeta, 1994.

Farc-ep

Marulanda es un hombre que, como pocos, ha soportado la presencia de la muerte sobre su vida, como la cola de la sombra que no da tregua. Las muertes de personajes como Marulanda no sólo han sido reales. "También han sido incensantemente imaginadas por el opresor", escribe Oscar Collazos. "Tirofijo ha muerto cien veces. Y su vida (su presencia) transforma esa muerte imaginada (deseada) por los victimarios, en leyenda. La leyenda del héroe, sin ser sobrenatural, bordea lo inverosímil..."

¿Qué piensa Marulanda de sus muertes? "De mis muertes, las he oído fundamentalmente por la radio...Esos señalamientos de mis muertes por la radio y la prensa, son señalamientos negativos para el Estado Mayor del ejército, para los mandos de una brigada o para el mando de un batallón o de una compañía y para las mismas tropas. A mí me parece que la difusión de esa especie, es un signo muy malo porque carece de seriedad... A uno no lo pueden matar todos los días con disparos de palabras... Claro que esas muertes de mentira tienen una razón propagandística, pero es que toda una vida no se puede engañar a la gente. Por eso yo pienso, que los mandos militares hacen muy mal con engañar a sus tropas. Señalando, diga por caso, que en tal combate murio Tirofijo o que fue muerto en el Valle, o que fue muerto en Caldas, que se supone que está gravemente herido, que murió de tuberculosis, cosas de esa especie y calaña... Es una falta de responsabilidad en los mandos. Ellos saben porqué lo dicen, pero no debeían de hacerlo. Decir que ha muerto una persona sin que esa persona haya muerto en realidad, y repetirlo tantas veces, es como si mi vida se les hubiera vuelto como una pesadilla que les duele en los talones, ¿no le parece? Es como si nosotros hubiéramos dicho quince días antes de la muerte del general Matamoros: murió el general Matamoros en tal combate... No, ¿por qué hacerlo, por qué mentir? Hay que esperar que se produzca la noticia y que un médico en realidad, diga: murió el general Matamoros, para uno decir: sí señor, murio el general Matamoros... Las noticias de mi muerte siempre me parecieron supremamente torpes, porque, hasta cuándo se van a engañar a sus propias tropas que nos persiguen anosotros; y también las masas que cada vez se dan cuenta que no era así, que eso no era efectivo. Quizás en un sentido propagandístico y sicológico para las tropas y para algunas masas, seguramente conviene esta noticia. Pero 'fijese usted' lo malo y poco eficas de esa táctica, que ahora los mandos tienen que aceptarnos, por ejemplo, cuando hacemos declaraciones para la prensa y la televisión, bien vivos y no muertos como siempre han querido vernos. Por eso cada noticia sobre mi muerte me producía sólo risa...

"Yo oí, más o menos, unas 10 veces que me habían mandado, pero lo que dicen los comentarios y mucha gente lo dice, es que a mií me han matado unas 1200 veces... que de bala, que había quedado abandonado por mis hombres, que no habían identificado mi cadáver, novelas que echan a rodar sobre mis muertes.. Tampoco han logrado herirme; ellos hablan de heridas, pero mis heridas tampoco son ciertas..."

"Cuando el camino es estrecho y la salida tortuosa, de manera que una pequeña fuerza enemiga pueda atacar,. aun cuando se tenta un número mayor, se llama terreno rodeado... Cuando se puede sobrevivir si se batalla con rápidez o al contrario, perecer, se llama terreno de muerte". "En terreno malo sigue; en terreno rodeado haz planes, y en terreno de muerte pelea...", son las enseñanzas del Maestro Sun Tzu, en el Arte de la Guerra.

¿Marulanda ha leído a Sun Tzu? Son infinitas las muertes ficticias de Marulanda, como tantas veces ha caído en el "terreno de la muerte", cuando ha estado al borde de perecer junto a los suyos y sólo la frialdad de su pensamiento y de su sangre lo ha salvado. ¿Que hace un hombre cuando se encuentra en la ronda final de escuchar los pasos de su propia agonía? "Si nosotros caemos en un cerco, lo primero que hacemos es buscar y estudiar la manera de escapar, ya sea por medio de romper el cerco o por medio de buscar una válvula de escape, evitando el enfrentamiento o finalmente enfréntandose... Entonces todo el mundo se ocupa precisamente de encontrar una salida a la situación, pero no sobre la base de pensar que los que cayeron en cerco van a morir todos. No; eso no es motivo de gran preocupación, lo que sí preocupa en ese momento es tratar de salvar el mayor número de vidas posibles. Ponga usted por caso: Nosotros somos 100 y nos cercan; bueno, vamos a buscar una vía de escape para salir a como dé lugar con el menor número de bajas; pero hay que salir de ahí... Entonces uno se preocupa de romper el cerco para salir y no se ocupa de pensar negativamente: 'aquí nos van a destruir, aquí nos van a acabar', porque es muy difícil acabar con una fuerza armada; puede sufrir lesiones lesiones, sufrir bajas, dársele de golpes, pero es imposible liquidarla del todo. Eso es lo que uno piensa. Naturalmente puede suceder que dentro del personal hayan algunos que se pongan a pensar invadidos por el temor: 'hasta aquí llegamos con la vida...' Pero uno no se ocupa de pensamientos fúnebres en esa situación. La dirección, el mando se ocupa fundamentalmente de crear fuerzas sicológicas, que den seguridad a las tropas para que salgan triunfantes. Eso es lo fundamental...".

"Creo que a ningún hombre le gusta la idea de morir, los dientes de la muerte deben mantenerse alejados... Pienso que a pesar de que uno esté muy viejo, muy enfermo, muy jodido, muy de todo... y si le preguntan: ¿Usted quiere morir? Estoy seguro que dice: No señor. Lo que necesito es que me traigan un médico para que me trate y vea si logro mejorarme. Ninguna persona aspira a morir, a menos que tenga un desequilibrio mental. La aspiración de cualquier ser viviente es prolongar la vida por cuantos más años se pueda... Ya en el momento crucial del combate tampoco se puede sentir miedo, porque si siente miedo no se puede combatir... Es la primera condición del combatiente. Si entra tembloroso y miedoso no tiene puntería, no puede hacer nada, no es efectivo en sus disparos, está desconcentrado, amarrado al miedo, peleando muy mal... por lo tanto siempre se debe pelear con el convencimiento de que se va a triunfar, que se va a vencer. Que de pronto por aquello de los imprevistos que tiene la guerra, lo consigue a uno una bala, bueno, pero lo cogio en la pelea sin miedo. Esa es una condición indispensable del combatiente...".

¿Cómo debe preparase el hombre que marcha hacia el combate, cuando el combate es un juego mortal con la muerte? Marulanda es un hombre avezado en resolver estas circunstancias: "Antes de ir al combate, se debe preparar sicológicamente a la gente; en el caso que resulte herido, en el caso que caiga en un cerco, en el caso que se sienta casi atrapado por el enémigo, qué debe hacer en ese momento del combate, qué puntos de referencia tiene en la cabeza en caso de desbandada. Si nota a uno de los hombres con miedo, es imposible ponerse a levantarle la moral porque ya la tiene caída desde el comienzo y ¿cómo le levanta la moral?, si uno le pega un grito no le levanta la moral, si uno lo deja quieto no le levanta la moral, entonces esa moral hay que crearla antes de ir al combate, para que el hombre se sienta seguro y así pueda evitar llegar precisamente a esa situación. Hay hombres que sufren traumas en el proceso del combate, pero son pocos a quiénes les ocurre ese fenómeno. Es muy difícil -en 20 o 30 hombres o más- remediar el caso de la desmoralización de un hombre, que no sabe qué hacer con los nervios, que está desesperado, que llora, que grita, es muy difícil controlarlo. Es una situación que no tiene remedio en ese momento; la situación se le pone tan mala al hombre, que el enemigo puede darle baja, porque es un hombre que ha perdido el control. Situación que es similar cuando una máquina va por vía carreteable, y de pronto pierde el control y se sale de la carretera... El hombre descontrolado se puede salir de sus cabales..."

[...]

"No me incomoda pensar, que nosotros en este proceso de lucha, llevamos 20 años y que hasta ahora no hemos tomado el poder, que todavía estemos un poco retrasados; no me incomoda porque, hay que partir de un análisis justo y realista de cada una de las situaciones, para poder pensar cuándo nos tomamos el poder. No nos desesperamos, porque no es producto del querer de los revolucionarios; porque dentro de ese proceso, tenemos que ver todos los factores políticos. La situación de la izquierda, sus acuerdos programáticos; si la socieda ya reúne esas condiciones; si la clase obrera ha creado conciencia sobre la necesidad del cambio, lo mismo los campesinos y sus organizaciones, las juventudes, los progresistas, el clero, analizar desde el punto de vista político con que fuerzas contamos. Hay que ver, incluso, si nuestros enemigos están todavía unidos, si son los suficientemente fuertes o están débiles, qué condiciones tienen, cómo utlizamos aquellas contradicciones entre los partidos tradicionales, en la cúpula del ejército, en los suboficiales, en la policía; en últimas hay que estudiar todos aquellos fenómenos para hacer un enfoque concreto y real para decir: bueno, creo que ha llegado la hora..."

¿Qué piensa de la guerra, un hombre que la mayoría de su vida la ha pasado metido en un conflicto bélico? "Yo pienso que la guerra tiene sus orígenes, y que la guerra solamente es el último recurso que se da en un país, cuando se han cerrado todas las posibilidades legales para que el pueblo se pueda expresar libremente. Yo personalmente creo que la guerra no es lo mejor que se le puede venir a los pueblos: la guerra se la imponen a los pueblos las castas dominantes, las cúpulas militares, las oligarquías, los monopolios, le imponen la guerra a los pueblos para someterlo... Uno piensa, esto tiene que terminar. Nunca se está pensando como un guerrerista, porque los pueblos no son guerreristas, ni nosotros somos guerreristas, ni nos gusta la guerra, pero llega un momento en que es indispensable guiarse por esa vía. Entonces uno hace la guerra con mucho honor y mucho gusto. Cuando a un pueblo le han sido arrebatados todos sus derechos, ese pueblo tiene que buscar una salida. A los pueblos les imponen el terror, la violencia, el encarcelamiento para someterlo. Por ejemplo, el caso de la tierra; llega un momento en que los campesinos pide y piden tierra por todas partes y nunca se las dan. Tienen que tomarla... Por eso, uno piensa que esa es la situación en los momentos actuales y en la época que nos ha tocado enfrentarnos con el régimen como una solución para conquistar, a través de la lucha armada, estos derechos de que estamos hablando, que son perdidos..."

Comandante Manuel Marulanda Vélez: Morir por el pueblo ¡es vivir para siempre!
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.