17 jun 2008

Calderón Ahora Quiere Privatizar el Agua

Machetearte

Por Vulgo Culto

En el marco de su gira por España, a donde su malinchista espíritu panista lo llevó para ofrendar ‘el tesoro' negro mexicano a los ambiciosos empresarios gachupines, Feli-pelele Calderón salió con una ‘nueva': también le tiene echado el ojo, para hacer fortuna, a otro líquido más vital que el petróleo ¡el agua!

Entre música de mariachis mezclada con gritos de rechazo provenientes de un grupo de manifestantes zapatistas, que por más que la policía catalana intentó sofocar no pudo acallar, Calderón ofreció a las compañías españolas el negocio de privatización del agua.

Tratando de disfrazar sus mezquinos intereses de buenas intenciones ambientalistas declaró públicamente que su gobierno tiene contempladas una serie de medidas para alcanzar la seguridad de abasto de agua, que entre otros aspectos contemplan incluir en las agendas nacionales la creación de programas que permitan “unir recursos económicos y técnicos del sector privado y las instancias gubernamentales” como tema en los planes de desarrollo del país. Traduciendo las palabras rimbombantes a lenguaje común significa, privatizar el agua e invitar a los burgueses españoles al negocio.

Cerrando su gira con una controversial inauguración del pabellón México en la Expo España 2008, el público presente estaba dividido: por un lado estaban empresarios españoles y mexicanos interesados en hincar el diente a los recursos que el espurio les ofreció como vulgar mercancía y por el otro, ciudadanos de ambas naciones más interesados en escuchar el Son de la negra, Guadalajara y México lindo , que por ver a un ilegítimo gobernante en su papel de mercachifle. Ese grupo gritaba: “o tocan o nos vamos” desesperados por la impuntualidad con la que se realizó el evento.

Con el cinismo que lo caracteriza, haciéndose acompañar por el vulgar gober-precioso de Puebla Mario Marín y el cómplice represor de Atenco gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, llegó al lugar abriéndose paso entre empujones y chiflidos pues desde antes de su arribo al lugar se desplegaron varias mantas, una de las cuales decía: “Libertad a los hermanos Cerezo”.

No es exagerado cuando en Machetearte se ha hecho notar la similitud entre este nuevo usurpador chaparro, pelón y de lentes, con aquel otro chaparro, pelón, de bigotito que también ocupó la presidencia de México (mediante magno fraude electoral en el 88 al grado que un grupo de voluntarias que se ofreció a hacerle valla al Chapelen para trasladarse hacia el foro donde se puso en marcha la tribuna del agua, una de ellas comentó: “es Salinas” (en referencia al ex presidente), pero de inmediato fue corregida por otra, quien le informó “no, es Calderón”.

Calderón seguramente se mordió la lengua cuando empezó a declarar que “La vulnerabilidad por el uso incorrecto del agua puede convertirse, si no actuamos ahora, en factor que genere más pobreza y hambruna en el mundo, exacerbada por las condiciones económicas imperantes de escasez y alza de precios” ya que actualmente más de 10 millones de mexicanos no cuentan con agua potable, pero es resultado de la aplicación de depredadoras políticas neoliberales que ahora se quieren aplicar en la privatización del vital líquido, como ya lo han hecho en varias partes del país, sobre todo donde gobiernan los panistas. Los resultados han sido: encarecimiento del vital líquido y la privación de su uso para mucha gente de escasos recursos.

También a su salida, el ‘balín' Ejecutivo mexicano tuvo que oír las consignas que le dirigió la comitiva representante de la lucha popular mexicana, como “Chiapas, Chiapas no es cuartel, fuera el ejército de él”, y “como en la dictadura, en México se tortura”.

Pero como dicen ellos, los neoliberales, “ni los veo ni los oigo” e ignorando que el pueblo mexicano vela armas para cuando quieran aprobar sus reformas petroleras para privatizar a PEMEX, ahora Calderón pregona la privatización del agua e invita a los empresarios españoles a entrarle al negocio.

Quizá piensa que el pueblo mexicano seguirá aguantando o como afirmó hace unos días: asumiré los costos políticos, que en lenguaje neoliberal se traduce como, me interesan pocos las protestas e impondré mis planes a bala y fuego. Pero que no se confíe el michoacano pues el pueblo está cansado y puede responderle con acciones que vayan más allá de las protestas pacíficas. Al tiempo.
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.