17 jun 2008

El Caso Coyoacán

Machetearte

Por Alfredo Velarde

En días recientes y por medio de un tercero, recibí un generoso obsequio editorial que refleja uno de los aciertos que, en materia de política cultural , ha emprendido de manera silenciosa la Secretaría de Educación (SE) del Distrito Federal (SE), y que, mancomunadamente con el Gobierno del Distrito Federal (GDF), editaron un precioso volumen intitulado Ciudad de México, Crónica de sus Delegaciones .

Se trata, efectivamente, de un periplo histórico y cultural, producido por el Consejo de la Crónica de la Ciudad y que, ricamente ilustrado, conforma una historia de lo que hoy es el DF a todo lo largo y ancho de sus 16 Delegaciones Políticas y el propio Centro Histórico , 5 siglos después de la llegada de los españoles a lo que hoy es nuestra ciudad capital. Quiero referirme en la presente entrega, por eso, a la Delegación de Coyoacán , recientemente visitada por mi persona que contempló, azorada, el aparentemente deliberado tortuguismo con que el delegado coyoacanense, Heberto Castillo (hijo del desaparecido ingeniero y luchador social que todos recordamos), procede (¿o no procede?) en el finiquito de la “obra pública” que durante meses ha hecho del otrora muy bello Jardín Centenario y la Plaza Hidalgo del centro histórico delegacional, una escena digna de la guerra de Kosovo.

Zanjas, arena amontonada, cascajo, poquísimos trabajadores en permanente receso y, para colmo, custodio de granaderos en obras enrejadas como si guardaran un valioso tesoro y que, en realidad, son sólo ruinas deliberadamente fabricadas, como medida para deshacerse de los “ambulantes” –en realidad artesanos - en comprensible plantón permanente . Llama la atención la repudiable actitud del Delegado Castillo (y sus subordinados), quien pese a sus cartas credenciales, familiares y partidarias de “izquierda” , no parece en el patrón conductual que adopta, alguien distinto a cualquier funcionario priísta o panista del país. Y además, en las bellas residencias coloniales de las calles tradicionales, como Francisco Sosa , los casatenientes millonarios manifestándose con cartelones en apoyo a la Delegación y contra “los hippies” que “afean la zona” . En resumen, ¡el mundo al revés!

Lo señalo, porque detrás del pretexto por emprender “obra pública” –necesaria siempre que esté justificada y que en Coyoacán no era el caso- subsiste larvado y agudizado un cada vez más complejo problema político entre la Delegación y las distintas asociaciones de artesanos que, durante años, han vendido sus mercancías en el concurrido tianguis artesanal que los fines de semana se instalaban en el Jardín hoy “en obras” , dándole color y sabor al espacio, y también, imantando al turismo capitalino, al nacional y extranjero que nutridamente concurrían al tradicional sitio los fines de semana hoy tan desangelado y caótico. Dice Marcelo Ebrard en la breve nota de presentación a Ciudad de México, Crónica de sus Delegaciones , que: “Conocer tu ciudad, vivir su historia, recuperar sus lugares en tu memoria para identificarte con su pasado, su presente y construir un mejor futuro, son objetivos que la Crónica de las Delegaciones de la Ciudad de México te ofrece con su lectura” . La declaración, retórica como lo es, contrasta rotundamente con los hechos objetivos de su administración en toda la ciudad.

Y la postura autista del Delegado Heberto Castillo , también. Por eso me dio gusto, adherente a La otra campaña de los zapatistas suscriptores de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona , como lo soy, la presencia solidaria y el apoyo de La otra del DF , a la justificada inconformidad de los aproximadamente 400 artesanos y sus familias, que de ahí comen y ven pasar los días, las semanas y los meses, sin respuesta alguna del delegado “de izquierda” a sus justos reclamos que han causado el hostigamiento de policías y funcionarios delegacionales.

Me parece increíble que Coyoacán -“el lugar de los que tienen coyotes” (del náhuatl, coyotl hua can )- sea tratado con tanta displicencia reaccionaria, no viendo ni escuchando los reclamos de la gente que trabaja ahí y que era parte del paisaje típico, con su tianguis artesanal de la zona, en una de las ciudades más pobladas del mundo. Y resulta también incómoda, la inconfesable alianza del delegado Castillo y la opulenta burguesía de la zona, que pareciera querer privatizar el espacio público , no contenta con las fastuosas residencias y casonas de su arrogante propiedad, con argumentos baladíes propios de inmobiliarias capitalistas, como el que “afean el lugar” .

El Coyoacán donde Hernán Cortés atormentó con vesania al último emperador mexica, Cuauhtémoc ; donde la mancha urbana devoró aculturando decena de pequeños poblados y sus empero todavía vivas tradiciones originarias de nuestra cultura autóctona ; donde la riqueza arquitectónica del México novohispano pervive con inmuebles de inconmensurable valor histórico, como la casa de Diego de Ordaz , el circuito Chimalistac , Los Viveros , el Anahuacalli riveriano, la Casona Municipal del Antiguo Ayuntamiento , de las plazoletas encantadas de Santa Catarina y La Conchita , la majestuosa Iglesia de San Juan Bautista , el típico y misterioso Callejón del Aguacate , la Fortaleza del Indio Fernández , de los barrios centenarios como Panzacola , San Francisco , el Niño Jesús , su tradicional cantina La Guadalupana , el café del Jarocho o el Mercado y tantos y tantos sitios de policromo sabor específicamente mexicano y zonal, devengan en la rebatinga de políticos corruptos que agregan manchas al tigre de esa desgracia que se llama PRD de la “izquierda” amarilla, de la mano voraz de los inmobiliarios y la burguesía zonal. ¡Bien por La otra campaña que asiste y apoya solidaria a los artesanos, también ellos, en movimiento contra la ciega clase política local!
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.