8 jun 2008

Obama o McCain ¿qué más da?

Jaime Richart

Estados Unidos, sólo para nominar a una de dos personas que su­puestamente habrá de regir una de ellas los destinos del mundo, hace saturnales de unas retorcidísmas elecciones. Unas elecciones que llevan un proceso tan aparatoso como irrelevante a la hora de la verdad. Tanto bombo y despilfarro para qué... ¿Qué cambios signifi­cativos ha habido en aquel país y, salvo para ir de mal en peor en su política exterior, qué ha sucedido para celebrarlo desde que pasó a ser primera potencia armamentística, estuviese Roosvelt, Eisein­hower, Kennedy, Johnson, Nixon, Reagan, Carter, Clinton o Bush? ¿En qué ha mejorado el mundo? ¿qué cambios se han producido que no sean consecuencia de una política internacional y económica que van a su aire promovidas por los nauseabundos intereses de las familias acaudaladas estadounidenses? ¿Acaso podemos estable­cer una comparativa de la que un presidente pueda salir mejor pa­rado que otro en cuanto a lo sucedido fuera de la metrópoli; sobre todo en lo que interesa a tantas víctimas de sus desmanes una vez y otra desde que acabó la segunda guerra mundial con incontables invasiones desde entonces?

Los que no se fijan en los efectos funestos causados en el planeta por ese país odioso y odiado, matizan diferencias que sólo ellos aprecian. El resto no vemos más que barbarie; barbarie unas veces más solapada que otras, y otras directa y sostenida sin tapujos. Como la etapa del actual Cabrón hasta llegar a la ocupación capri­chosa, arbitraria, devastadora de dos países asiáticos y el oprobio de Guatánamo.

Nos da lo mismo que sea Obama el bueno elegido. Pues Obama, una de dos, o hace lo que debe y esperan los incautos del planeta, y entonces durará un suspiro porque terminará abatido por un rifle de mira telescópica, o sigue el camino trillado de sus títeres anteceso­res instalados en el despacho oval por los que dirigen verdadera­mente en la sombra los destinos del planeta.

Estemos seguros de esto: los lobbies petroleros, las fábricas de armas, de fármacos y los señores del Pentagono no dependen, ni van a depender tampoco esta vez, de la mayor o menor magnanimi­dad, grandeza de espíritu, etc de un solo individuo; sea blanco o sea negro. Y si sale elegido el otro, el republicano, ya pueden prepararse Irán y el mundo entero. Por algo el otro lleva su apellido el mar­chamo de uno de los crímenes, el fratricidio, más horrible. Su ape­llido hará honor al nuevo y quizá definitivo Caín de la humanidad.

Y mientras tanto, la democrática España incrementando su venta de armas al exterior.Con una mano se embolsan 678,4 millones en el primer semestre y con la otra Zapatero envía 500 millones para que los que vayan a manejarlas puedan comer. Total un beneficio de 178,4 millones. Informativamente hablando seremos unos papa­natas de Estados Unidos, pero también somos los mejores... Qué listos, ¡Dios!
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.