16 jul 2008

De Partidos ¡Partidos! y Soberanía Popular

Machetearte 15.jul.08

Por Enrique Cisneros Luján

Las instituciones mexicanas viven una severa crisis: jueces injustos que se venden respondiendo a intereses de grupo; senadores y diputados que defienden sus intereses no los de sus representados; militares y policías que son parte de las organizaciones delictivas; presidentes espurios que se sustentan en fraudes…. en fin, la lista es larga, muy larga.

Dentro de esas instituciones que están en crisis están los partidos políticos que deberían de ser organismos homogéneos que defienden unitariamente una línea política, pero no es así: los panistas se están peleando entre foxistas y calderonistas al grado de que ayer Santiago Creel admitió que en su remoción, ocurrida hace un mes frente a la bancada de su partido, influyó la mala relación que tiene con Televisa y Tv Azteca, y la reforma energética.

Entre los priistas, estar partidos no es nuevo: la creación del PANAL fue producto de la expulsión de la corrupta Elba Esther Gordillo que siendo la segunda de a bordo, torpedeó la candidatura de Roberto Madrazo a la presidencia. Ahora es conocida la inclinación pro panista de Manio Flavio Beltrones a cambio de dádivas, alianza saboteada por las divisiones panistas.

El PRD no se queda atrás: mientras López Obrador y un sector importante del partido están llamando a no permitir la reforma energética calderonista, su dirigente nacional (¿provisional?), Gustavo Acosta Naranjo se congratula de que el PAN le aceptó negociar para presentar una iniciativa de reforma conjunta: “ayer se informó que el líder nacional del PAN, Germán Martínez aceptó y saludó la invitación del líder nacional del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo para dialogar y elaborar una propuesta de reforma a PEMEX para mejorar errores y atrasos”.

Y en la chiqullada sucede lo mismo, para muestra la bronca cazada que trae Patricia Mercado con Bengué por al dirección de su partido.

Y todavía con esto el gobierno federal se atreve a decirle a la ciudadanía que tiene que aceptar dócilmente lo que estas instituciones políticas decidan en el Congreso, sobre el futuro del petróleo, las comunicaciones, el TLCAN y tantas otras decisiones que las toman las cúpulas partidarias.

Pero para que esta forma vertical de decidir no se rompa, las leyes prohíben expresamente que puedan ser electos candidatos que estén por fuera de este juego, además de que los dirigentes de muchos de esos partidos se atreven a pasarse por el arco del triunfo el artículo 39 constitucional que garantiza la soberanía popular. A ello responden las cínicas declaraciones de que no tiene validez jurídica ninguna consulta por lo que serán los integrantes de esos partidos (que supuestamente fueron elegido por el pueblo), los que tienen que decidir lo que al pueblo atañe.

Y luego se extrañan de que los pueblos se alejen de esas formas de hacer política y se vayan construyendo otras, donde lo central son las autonomías, la construcción del poder popular, y el control de territorios y medios de producción.

La única reacción de los aparatos políticos es tratar de amedrentar con la represión y se molestan porque el pueblo busca caminos para hacerse escuchar. Es el caso del Ejército Popular Revolucionario (EPR) que ayer informó en un comunicado que si el gobierno tanto federal como estatal (de Oaxaca), insisten en aplicar su política de "tortura y desapariciones forzadas" a los luchadores sociales, pertenezcan o no a sus filas, "nos veremos en la necesidad de revalorar nuestras tácticas".

La reacción oficial será acusarlos de terroristas y violentos, llamándolos a utilizar las vías políticas, pacíficas y legales, encauzadas por lo partidos…. ¡partidos!

Los trabajadores cada día se dan cuenta de lo que significa este jueguito que en la etapa actual inició con la mentada apertura democrática de Luis Echeverría, continuó con la “reforma política” de José López Portillo y pretendió consolidarse con la supuesta alternancia, con el triunfo de los panistas en el 2000 con al ascenso de Vicente Fox a la presidencia.

Con estas farsas tratan de disfrazar que el que sigue mandando en el país es el mismo sistema político mexicano que puede tener la cara de PRI, PAN e inclusive PRD, como sucede en Guerrero o Chiapas.

Pero cada día los partidos ¡partidos! tienen menos fuerza y es el pueblo quien avanza para finalmente expulsarlos del poder, seguramente con la consigna de los piqueteros argentinos: ¡Qué se vayan todos!
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.