24 jul 2008

Mi primera detención

Asananda

Recuerdo mis primeros pasos. Pensaba para mi mismo: “Ey! Esto es genial! Estoy andando, y eso que todavía no se ni hablar!”. Recuerdo también la primera vez que monté en bici solo. Mi padre corría detrás de mí, sujetando la parte de atrás del sillín, y cuando por fin lo soltó noté una agradable sensación de independencia. Recuerdo mi primer beso. Fue en quinto grado y estaba jugando a un juego parecido al de la botella con mi “novia” (que básicamente era una chica a la que visitaba todas las tardes en su casa para quedarnos el uno sentado al lado del otro, callados y tímidos), y nos besamos, o mas bien debería decir que juntamos nuestras bocas y nos quedamos así durante unos diez segundos. Sin lengua, sin un solo ápice de movimiento, sin nada de nada, solo con la peste a lejía que echaban mis pantalones vaqueros recién desteñidos.
Pero hay algo que destaca entre todos esos recuerdos primerizos que están grabados a fuego en mi cerebro. Algunos especialistas en estos temas aseguran que hay cosas que recordamos mas por que cuando sucedieron tuvieron en nosotros un impacto emocional. En mi caso ese recuerdo imborrable es el de MI PRIMERA DETENCIÓN.

Bueno, yo había entrado a formar parte del club. Y todo ocurrió de manera muy similar a mi primera experiencia sexual: todo pasó muy rápido, cuando me quise dar cuenta ya me habían echado el guante. Pero echemos la vista un poco para atrás.

Dennis Basso es un peletero que posee una tienda en Nueva York. Había estado fuera de su tienda un montón de veces, mostrando mi desacuerdo con la matanza de animales para el negocio de la moda que su comercio significaba. Ese día iba a hacer una aparición en el famoso Waldorf Astoria, donde se le iba a hacer una ceremonia de honor por sus años dentro del negocio de la crueldad con los animales, lo que en la sociedad donde vivimos es algo que la gente admira. Si tienes una gran cuenta bancaria la gente te adora, eso es así, aunque seas un despiadado asesino. Allí nos concentramos dos diferentes grupos animalistas para informar a los asistentes de quien era el asesino Dennis Basso.

Uno de los grupos, llamado W.A.R (Win Animal Rights) podríamos decir que era un poco mas “militante”. Sus cánticos y sus proclamas eran mas directos y agresivos, del tipo “Machaca sus cristaleras, sella sus cerraduras!!”. Ellos apoyaban las acciones del Frente de Liberación Animal. El otro grupo era un colectivo capitaneado por un chaval sumiso y obediente con abscesos de inestabilidad emocional al que si un policía le decía que se largase de allí le faltaría poco para responderle con un: “Si señor! Por supuesto, señor!”. Llamémosle el “Soldadito inestable”.

Yo iba a ir a la manifestación capitaneada por este individuo, que empezaba a las 6 de la tarde, pero recibí un e-mail de W.A.R en el que avisaban que ellos también llevarían a cabo una manifestación a las 5: 45 así que decidí ir un poco antes para unirme a ellos. Después, cuando llegó el grupo del Soldadito Inestable, la policía no les dejaron colocarse por allí. Le pregunté a un tal agente Schendorf (placa número 5213) por qué no les dejaban manifestarse libremente, si las libertades civiles así lo permitían. Él me respondió que no contaban con suficientes efectivos. Yo fui tan tonto de pensar que a ese policía realmente le interesaba una mierda lo que pusiese en la constitución y los derechos de la ciudadanía.

Después de estar con la gente de W.A.R durante una hora, fui donde el otro grupo y les pregunté qué problema había. El Soldadito Inestable me comentó “dicen que esto es propiedad privada, y que si sacamos una sola pancarta nos arrestarán”. Esta es una estrategia clásica de la policía para intimidar a los activistas y mantenerles callados. Desde luego, a ellos les interesa que antes que gente realmente implicada, tener a un grupo de activistas gritando tímidamente en un lugar que ellos mismos (la policía) han elegido previamente.

HECHO POLICIAL #1: LA POLICÍA MENTIRÁ, IGNORARÁ LA CONSTITUCIÓN, Y HARÁ LO QUE SEA NECESARIO PARA QUE LAS COSAS SALGAN COMO A ELLOS LES INTERESA (ES DECIR, PARA CONSEGUIR ARRESTAROS). ESTO LLEVA AL SILENCIAMENTO DE LAS VOCES DISIDENTES

Hablé con una “amiga” mía que estaba presente en ese segundo grupo de manifestantes. Me contó que el Soldadito Inestable había estado hablando con la policía y que estos le habían dicho que si ellos querían podían echar de allí a la gente de W.A.R y dejar que en su lugar fuesen ellos quienes protestasen. Según parece, el Soldadito Inestable, siendo el tipo de persona poco amiga de enfrentamientos, había pasado de esa opción. Por supuesto, ninguno de estos dos grupos necesitaban permisos ni la autorización de la policía para estar allí, manifestándose pacíficamente.

HECHO POLICIAL #2: LA POLICÍA FACILITARÁ POR TODOS LOS MEDIOS QUE LOS DISTINTOS GRUPOS DE ACTIVISTAS SE ENFRENTEN ENTRE ELLOS, ALGO EN LO QUE, TRISTEMENTE, EL MOVIMIENTO POR LA LIBERACIÓN ANIMAL NO NECESITA DEMASIADA AYUDA EXTERNA. EL FBI, POR EJEMPLO, LLEGÓ INCLUSO A MANDAR FALSAS AMENAZAS DE MUERTE A MIEMBROS DE LOS PANTERAS NEGRAS CON EL FIN DE CREAR ENFRENTAMIENTOS INTERNOS

Todos los miembros de W.A.R y la gente que se les había unido estaban haciendo bastante ruido, pero al Soldadito Inestable y su grupo no les gustaban demasiado los arriesgados cánticos que la gente de W.A.R estaban gritando a pleno pulmón. Creo que el Soldadito y mi amiga hostil fueron quienes decidieron permanecer allí sin ni siquiera lanzar un par de cánticos con el fin de que no se relacionase con aquel “grupo de alborotadores”. Hablé con la cabecilla del W.A.R y le comenté la posibilidad de variar un poco los cánticos para que la gente de la otra manifestación se uniese y así pudiésemos doblar el número de personas protestando contra ese tío. Ella me dijo que no modificarían ni un ápice los cánticos. Yo puse mi mejor acento a lo “Pulp Fiction” y le dije “Está bien, veo que esa es tu última palabra”. Aunque reconozco que me quedó un poco ridículo...

Volví a hablar con mi amiga la hostil y le dije que había tratado de buscar una solución intermedia, pero que no había funcionado. Como era de esperar a ella no le sentó muy bien, ya que además, le tenía bastante manía a uno de los líderes de W.A.R, e interpretó que el Soldadito Inestable había programado una manifestación y la gente del W.A.R les había “robado” la convocatoria. Creo que su interpretación de los hechos y su actitud con el W.A.R estaban bastante influenciados por sus prejuicios contra esta organización.

La dije que su grupo debería de sacar las pancartas aunque la policía les hubiese dicho que no lo hiciesen, y que si les arrestaban, violando sus libertades civiles, pues habría que asumirlo. Como si no hubiese tenido ya suficiente con un rapapolvo por parte de la cabecilla de W.A.R mi amiga me dio otro diciéndome con malos modos: “¿Y por qué no dejas tu que te arresten?”. Le dije que no debía de desafiarme con esas cosas ya que no soy el tipo de persona que dejará de hacer algo porque un guardián de la ley le diga que no lo haga o herirá sus sentimientos, pero que en ese momento tenía bajo mi responsabilidad a un perro y no podía dejarle solo, con lo que un arresto no sería de gran ayuda.
Intenté hablar de nuevo con el madero con el que ya había hablado antes y le pregunté cual era la razón por la que no podíamos desplegar allí nuestras pancartas. El me dijo algo como que esa noche le habían tocado bastante las pelotas, y que no era bueno cabrear a un policía al que ya se le habían inflado los huevos. Eso me dejó claro que el libro sobre buenos modales de Emily Post no es una de las lecturas obligadas en la academia de policía.

En realidad yo no apoyaba todos los cánticos hechos por la gente de W.A.R. “Machaca sus cristaleras, sella sus cerraduras!” me recuerda a esos niños que hacen una pintada en los baños de su cole y salen nerviosos, mirando a un lado y a otro, sospechando que les han pillado. Por eso, me quedaba callado en los cánticos con los que no estaba de acuerdo. Pero de una cosa estoy seguro: si los dos grupos estuviesen en situaciones opuestas y la policía le hubiese dicho a la gente del W.A.R que no podían reunirse allí ni sacar sus pancartas o serían arrestados, estoy seguro de que esa noche hubiese habido un buen número de detenciones.

Luchar realmente por los animales no significa necesariamente volar cosas por los aires, o pasar una noche en comisaría. Pero si significa que al menos harás todo lo posible para que tu mensaje pueda ser oído. Cada vez que hacemos caso a los maderos y no sacamos nuestras pancartas, o dejamos de gritar nuestros cánticos no solo apagan nuestra voz, si no que apagan la esperanza de los animales que solo nos tienen a nosotros para protestar por ellos. Si dejamos que pisoteen nuestras libertades y derechos, los animales serán los que se lleven la peor parte del pastel, y seguirán siendo asesinados y torturados sin remedio, convertidos en meros beneficios.

Al final me harté de ver a un montón de psuedomanifestantes que no estaban haciendo nada, tan solo permanecían allí sentados, con la cabeza entre las piernas. Joder, si no vas a hacer nada al menos vete a casa!. Fui donde estaba el Soldadito Inestable y le pregunté si podía coger una de sus pancartas, él me la dio. Cuando la cogí y me disponía a levantarla en aquella parcela de “propiedad privada”, el agente Schendorf vino con su mejor gesto de Harry El Sucio y me dijo: “si levantas la pancarta te detendré”. Antes de arriesgarse a que alguien de su grupo fuese detenido, el Soldadito Inestable me pidió que le devolviese la pancarta. Ese gesto no debe ser confundido con un instinto de protección para conmigo, si no como una manera de mantener su estatus de “rebelde bueno” delante de la policía.

Ya me había hartado de tanta gilipollez y decidí irme de allí. Me puse los patines y me dirigí al lugar donde estaba el policía de las pelotas hinchadas. Ahora estaba acompañado de otros seis maderos y le dije: “¿No decías que el motivo por el que esta gente no podía manifestarse es porque no había suficientes efectivos aquí. Bueno, está claro que ahora si los hay. ¿Por qué no les dejáis manifestarse ahora?”.

“Que pase usted buenas noches” fue su respuesta. La última vez que un madero me había zurrado había sido en la parte de atrás de un coche patrulla, pero aquello era otra historia. Yo continué: “También me dijiste que esto era una propiedad privada, lo que está claro que era mentira”. Le iba a haber dicho “¿Qué es lo que hace que esto sea una propiedad privada?, ¿qué tú nos digas que lo es?, ¿lo pone en algún lado?”. Él volvió a hacer otro de sus comentarios chorras y se apartó de mi. Nada mas irse le dije “creo que merezco una respuesta a mis preguntas”. Se dio la vuelta y le dijo a su compañero que me detuviese.
El agente Palazzo (número de placa 23240), con el que pasaría a intimidar mas tarde, vino hacia mi y me esposó las manos a mi espalda. Le pregunté de qué se me acusaba para detenerme y dijo que por “Conducta desordenada”. Entonces le pregunté lo mismo a Scendorf, el poli de las pelotas hinchadas que había emitido la orden de arresto, y él me contestó, “acoso”. Les dije que tendrían que inventarse una buena historia para que algún juez pudiese tragarse todo ese montón de mierda. Bueno, la verdad es que se lo dije de una manera bastante mas políticamente correcta..., además, las esposas en ese momento me estaban haciendo bastante daño en las muñecas en ese momento. El agente Palazzo empezó a rebuscar en mis bolsillos, y le recordé que no le había dado ningún permiso para hacer eso, pero claro... decirle eso a un madero es tan efectivo como haberle dicho al matón que te hacía la vida imposible en el cole que ni se le ocurriese tirar de la cisterna una vez te había metido la cabeza en el WC.

HECHO POLICIAL #3: LA POLICÍA SIEMPRE TE POMDRÁ LAS ESPOSAS DEMASIDO APRETADAS. ES OTRA MANERA DE IMPONER SU PODER SOBRE TI. SON COMO NIÑOS...

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #1: Las esposas se cierran de manera elíptica. Si puedes manipularlas de tal manera que queden en perpendicular a tus puños, podrás entonces girar tus muñecas y deshacerte de ellas

Al ser todo esto un territorio virgen para mi, tenía que decidir cómo actuar. Consideré la posibilidad de gritar lo mas alto que pude “Ática, Ática, Ática!!” pero me di cuenta de que eso solo haría que los transeúntes que pasaban por allí pensasen que estaba haciendo una mala imitación de Al Pacino. Pensé también en tratar de razonar con el poli que me había arrestado para que me dejase ir a cambio de que me diese una paliza en la parte de atrás de su coche patrulla, pero le noté tan de mal humor que llegué a la conclusión de que aquello sería aun mas doloroso que las puñeteras esposas. Así que me callé la boca y permanecí allí totalmente callado. Pensé que, en cierto modo, eso me haría parecer culpable a los ojos de los transeúntes, “De no ser así ¿por qué iba a estar esposado sin quejarse”, pensarían probablemente. Pero todo esto era nuevo para mí y era tan alucinante como esas otras primeras veces de las que os he hablado antes. Uno de los manifestantes se acercó y me hizo una foto y el agente Schendorf le dijo “aléjese del prisionero!”. Ya estaba detenido, así que, que mas daba una nueva pregunta: “¿Soy un prisionero?”. “Si, lo es”. Joder, que guay!.

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #2: Si te cogen, que no cunda el pánico. Permanece relajado y respira hondo. Te ayudará a tranquilizarte y echará el lazo a tu cerebro para que vuelva al redil (para ser un texto relacionado con la liberación animal esta no es una expresión demasiado políticamente correcta!)

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #3: En esta vida cualquier momento es susceptible de ser aprovechado para nuestros propósitos, incluso mientras estás siendo detenido. Cuando aun no te hayan introducido en el coche policial puedes intentar aclarar por qué estás siendo arrestado (con cuidado de no parecer un loco lunático, lo que hará que la gente no se pare a escucharte), Por ejemplo, puedes hablar alto, sin necesidad de gritar y decir, “Este policía me está arrestando por el simple hecho de hacerle una pregunta. Por favor, acercaos a preguntarle por qué me está deteniendo si no creéis lo que os digo. Su nombre es Palazzo, agente Palazzo. Hacer una pregunta no es “acosar”. Preguntadle a él si hacer una pregunta está considerado como “acoso” “

Una cosa divertida es cómo la teoría y la práctica casi nunca coinciden. Le dije al agente que llamase a su Capitán. Había leído en algún lado que tenía derecho a hacer eso, y en caso de que funcionase quedaría como un auténtico estúpido ante sus superior, deteniendo a un hombre solo por formular un par de preguntas “difíciles”. En vez de eso él simplemente respondió “No”. Mmmm, vale.

Llegó un coche patrulla para llevarme a comisaría. Mi amiga “hostil”, que es una militante feminista que se ofende siempre que una mujer es vista como una figura sexual, y que sin embargo siempre utiliza sus encantos de rubia con cuerpo atlético para que la saquen de apuros trató de hablar con la policía y decirles que yo no era un mal chaval, que simplemente tenía algunos problemillas con el concepto de autoridad. Hacía todo esto por mi bien, pero violó la ley mas importante a la hora de ser arrestado:

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #4: Nunca ofrezcas voluntariamente información que no tienes por qué dar

Simplemente hay que fijarse en las pelis de maderos para oír la frase “No les digas nada, Johnny!” como una docena de veces en lo que dura la película. No dejes que te confundan.

Me metieron en la parte de atrás del coche patrulla, que no era muy grande ni muy confortable, considerando que tenía las manos esposadas a mi espalda y los patines puestos. Me imaginaba que el madero me iba a sujetar la cabeza con el fin de que no me la golpease al entrar, como suelo ver en la tele, pero parece ser que él no ve las mismas pelis de polis que veo yo y le dio exactamente igual si golpeaba mi cabeza o no.
En el coche había dos policías en la parte de adelante. Me sentía realmente mal por hacer su importantísimo tiempo como capturadores de terroristas se viese limitado por culpa de un “preguntapolicías” al que había que llevar a comisaría como yo... Me preguntaron cómo me llamaba y me debatí entre decírselo o no. Jugaban al rol del “policía bueno” conmigo, diciéndome que ellos solo querían ayudarme. Decían que me preguntaban el nombre para introducirlo en su base de datos y ver si tenía antecedentes. Si no los tenía en media hora probablemente estaría en la calle y podría hacer un montón mas de mis estúpidas preguntitas.
La otra alternativa era ir a “Las catacumbas”, una comisaría subterránea en City may donde todos los que han sido pillados en las últimas noches se amontonan como un montón de vacas, tratando de aguantar allí lo mejor posible viendo como a sus compañeras se las llevan al matadero. Allí probablemente sería sodomizado durante un par de días y si aun así no les daba mi nombre, probablemente rellenarían un informe diciendo que era un caso perdido y me medicarían hasta que pareciese McMurphy en “Alguien voló sobre el nido del cuco” después de la escena en que le lobotomizan. Si no hubiese tenido un perro a mi cargo y un trabajo al que ir al día siguiente para poder pagar el alquiler quizá hubiese reconsiderado decirles mi nombre y haber cuánto de lejos estaban dispuestos a llegar. Quién sabe, si me hubiesen enviado a “las catacumbas” podría haber puesto en marcha mi plan de gritar “Ática, ática!” y haber comenzado una revolución de delincuentes y enchironados. Pero lo que ocurrió fue que les di mi nombre.
Tras concederles esa información, uno de los policías dijo, “La cooperación es bonita”,demostrándome que él y yo éramos tan diferentes como un homo sapiens y un homo erectus, que para mí hay algo mas en la vida que el “hacer las cosas mas fáciles”: el tema de la erección es algo en lo que no pretendo entrar en este momento.

Seguíamos en aquel interminable atasco y me decidí a romper el hielo. “¿Por qué os metisteis en la policía?”. Parecía que les estaba entrevistando para algún trabajo y sus respuestas fuesen a ser respondidas con un absurdo, “muy bien, ya os llamaremos”. Ellos me respondieron que era un buen curro, que mas o menos era algo estable. Era como si un médico te respondiese “¿qué por qué soy médico? Para ganar un montón de dinero hombre!” . Cuando les pregunté esperaba que bajo aquellos uniformes y portando ese trozo de carbón negro que tenían por corazón hubiese un para de PERSONAS que me hubieran dicho, al menos, “para ayudar a la gente”. Y yo estaba con ellos en el mismo coche!.

Si no recuerdo mal uno de ellos me llamó “tío” en algún punto de la conversación. Probablemente era una táctica sacada directamente de su Manual de entrenamiento psicológico: “Cuando el detenido sea un tío de pelo largo, utiliza las siguientes palabras para dirigirte a él: tío, tronco, colega, pibe... y cuando estés hablado con él di cosas como “ya te digo colegui”, “dabuti tron”, “yo no hago las leyes, solo cumplo con mi curro” “... Me impresiona la verdad y la honestidad, dos cualidades que no abundan precisamente en el mundo de hoy en día, y no por la gente que se cree “molona” por decir cuatro gilipolleces para tratar de ganarse mi confianza.

HECHO POLICIAL #4: “POLICÍA BUENO, POLICÍA MALO” ESTÁ AUN RESEÑADO EN LOS MANUALES DE LA POLICÍA COMO “LA ÚNICA TÁCTICA QUE SABEMOS LLEVAR A CABO”

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #5: Ningún madero es tu amigo. No importa lo mucho que te hable, o lo majo que sea, ni las veces que te incite a “cooperar” para “ayudarte a ti mismo”, tu NO le importas una mierda, y sin confías en él no dudes que te joderá.

Uno de los policías, actuando como si fuese mi amigo, me preguntó si tenía algo de contrabando. Le respondí que no, pero tras una pequeña pausa le pregunté: “¿Qué habrías hecho si te hubiese dicho que si?”. No hace falta que diga que sin duda me habrían arrestado también por posesión de contrabando. “Oh si, agente, incluya también eso a mi lista de cargos”. Debo añadir al “Apunte sobre un arresto #3”, que aparte de no darles ninguna información que no tengas que darles:

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #6: Si vas esposado en un coche de policía y llevas encima algo ilegal, haz todo lo posible por sacarlo de tus bolsillos y tirarlo debajo del asiento

Así, además, puedes contar ante el juez que “los dos policías que me llevaron a comisaría estaban hablando de la cantidad de porros que se fuman y de cómo esconden la droga debajo del asiento trasero, para así, si les pillan, poder decir que era del detenido”.

Les pregunté, “¿sabéis por qué me han detenido?”. Me dijeron que no, ellos solo cumplían órdenes de llevarme a comisaría. Les conté que en principio había sido arrestado por “Conducta desordenada”, que luego pasó a ser “Acoso”, pero que en realidad todo era debido al ego inflado de un policía. Uno de ellos apuntó que hay gente con el ego inflado en todas y cada una de las profesiones del mundo. Le dije, “estoy totalmente de acuerdo contigo, pero creo que darle una pistola y unas esposas a un ego maníaco es peligroso”.

A causa del tráfico y de estar pillando todos los semáforos en rojo, estaba llevando un tiempo que parecía interminable llegar hasta la comisaría que no se encontraba a mas de diez bloques de donde estábamos. Al final, llegó un punto en que los maderos se saltaron un semáforo en rojo. Les dije de coña que les iba a denunciar por eso, y se rieron. Pero creo que no fue tanto por mi broma, si no por el hecho de que fuese tan inocente de pensar que un simple ciudadano todavía podía hacer eso.

Cuando llegué a la comisaría me recibió el agente Palazzo, el que me había puesto las esposas. Me sacaron todo de los bolsillos y realizar un exhaustivo inventario de todo lo que llevaba en ellos. Dejaron que me quitase los patines y me pusiese mis zapatillas. Me quitaron el cinturón y los cordones de mi calzado, temiendo, probablemente, a que me suicidase, ya que está científicamente probado que los manifestantes que hacen preguntas incómodas a los policías tienen serias tendencias suicidas. De repente me vino una idea cojonuda!: vender zapatillas con velcro a la gente que va a ingresar en prisión. Nota para mi mismo: nada de hacer negocios con Nike o similares, eso sería venderse!.
APUNTES SOBRE UN ARRESTO #7: Si vas a iniciar cualquier tipo de acción en la que cabe la posibilidad de que te detengan sería útil llevar puestas zapatillas con velcro. Así no solo podrás evitar sentirte como un gilipollas en comisaría, tratando de andar sin que se te salgan tus zapatillas sin cordones, si no que además no dejarás que ellos utilicen eso para volver a ejercer su poder sobre ti.

El pie me bailaba dentro de las zapatillas sin cordones, y los panatalones se me caían hasta debajo del culo, haciendo que pareciese uno de esos raperos con pantalones anchos y caídos al máximo. Ahora entiendo eso que dicen los padres de “lleva siempre ropa interior limpia, por si acaso”. Mis dos compañeros de celda empezaron a llamarme inmediatamente “mancha de mierda”, debido a la manchita marrón que había en mis calzoncillos y que estaba ahí porque... un día... estoooo... me senté encima de un poco de barro... o algo así.

Le había preguntado al “Policía bueno número 1” del coche patrulla si podría darles un apartado de correos cuando me preguntasen la dirección. Me dijo que no habría problema, ya que solo lo necesitaban por si tenían que enviarme algo. Además vivía bastante cerca de esa comisaría y no me apetecía que a partir de ahora los maderos se paseasen un rato todos los días por delante de mi puerta de camino a la tienda de donuts. Pero, por supuesto, el agente Palazzo no recibió con mucho agrado el que le diese la dirección de un apartado de correos cuando me preguntó mi dirección. “¿Eres idiota?”. Le respondíq ue en realidad mis notas en la escuela habían sido bastante buenas, y que incluso había hecho un máster, por lo que suponía que no. También le dije que uno de sus compañeros me había dicho que podía dar esa dirección como válida.

A los policías les entrenan para no pensar demasiado, y Palazzo no era una excepción. De hecho, probablemente fue contratado por su excelente capacidad para no pensar bajo ningún concepto. Incapaz de tomar ninguna decisión sin consultar con el manual del buen policía, se fue un momento y enseguida volvió con otro madero que tenía una pinta un poco mas “oficial”. Perfecto, ahora tenía a dos policías girtándome, tocándome las pelotas y diciéndome que pasaría allí toda la noche si no cooperaba. “ ¿Eres subnormal?, ¿Crees que puedes darnos un apartado de correos como dirección?”. Este fue el único momento en el que levanté el tono un poco, pero era comprensible, llega un momento en que te han llamado tantas veces idiota, imbécil, subnormal o cualquier otro insulto que al final acabas saltando. Les dije que si le había preguntado al otro policía si podía dar un apartado de correos y me había dicho que si lo normal es que le creyese. La verdad es que usar en la misma frase el verbo “creer” con la palabra “policía” era un tanto ilógico, algo así como mezclar “Keanu Reeves” con “Stanislavski” y pretender estar hablando de dos personas del mismo siglo.

Me amenazaron diciéndome que si no cooperaba podía pasar un tiempo considerable en la celda. Les dije que estaba tratando de cooperar, pero que ellos eran tan estúpidos que no se estaban dando cuenta. Bueno, es verdad, no se lo dije tan claramente... Pero es aquí donde tuve una epifanía que hizo que me diese cuenta que normalmente, cuando estás rodeado de estúpidos, es cuando te das cuenta de la verdad, como cuando encuentras un dólar plateado entre un buen montón de mierda. Me di cuenta de que no importaba si estás en el salón de tu casa viendo la televisión o en un calabozo, que cuando eres realmente consciente de tu realidad tu paz mental deja de ser dependiente de lo que te rodea. La putada era que tenía un perro a mi cargo y un trabajo al que ir al día siguiente para hacer algo de dinero, si no, no me hubiese importado pasar una semana en esa celda, sonriendo a mis captores cada vez que me mirasen, algo que les habría jodido mas que mi “falta de cooperación”.

HECHO POLICIAL #5: PARA QUE SU SISTEMA DE INTIMIDACIÓN FUNCIONE NECESITAN QUE A TI TE ASUSTE Y TE HAGA SENTIR MISERABLE Y ANSIOSO.

Si mantienes una actitud que haga ver que estar en su puto calabozo es para ti mas o menos igual que estar en el bar de la esquina tomando unas cervezas, entonces eso hace que inmediatamente se les chafe su plan de intimidación y te ayudará a ti mismo a no pasar un rato tan malo mientras dure tu estancia en dependencias policiales. Al final les di mi dirección para evitar llegar a mi apartamento y encontrarme al perro completamente ansioso y toda la casa llena de cagadas y meadas.

HECHO POLICIAL #6: EL TRABAJO DE LA POLICÍA REQUIERE UN MONTÓN DE REGALAS Y MUCHO PAPELEO, Y MIENTRAS QUE A MUCHOS DE ELLOS LES CONTRATAN POR SER COMPLETAMENTE CAPACES DE SEGUIR ÓRDENES SIN PREGUNTAR, A LA MAYORÍA NO LES GUSTA NADA HACER TODO EL TRABAJO DE PAPELEO. HAZ TODO LO POSIBLE POR HACERLES HACER TODO EL PAPELEO POSIBLE Y AGOBIARLES DE TRABAJO. SI HACES QUE LAS COSAS SE PONGAN DIFÍCILES PARA ELLOS PODRÁS MANIPULAR SU HUMOR COMO SI DE MARIONETAS SE TRATASE. Y ESO QUE SE SUPONÍA QUE TU IBAS A SER EL CHAVALILLO ASUSTADO AL QUE ELLOS ENCERRARÍAN, PERO PARA QUÉ VAS A ASUSTARTE SI PUEDES PASÁRTELO DE PUTA MADRE!

Cuando el agente Palazzo me preguntó mi Número de la Seguridad Social no pareció muy conforme con mi respuesta de que no tenía ninguno. En un tonillo en el que insinuaba que le estaba mintiendo preguntó: “¿Al menos tienes un trabajo?”. Pensé en responderle, “Si me está usted haciendo una proposición para entrar a currar en esta comisaría con ustedes, creo que no estoy interesado. Soy lo suficientemente seguro de mi mismo como para necesitar abusar de otras personas para sentirme realizado”. En vez de eso decidí educar un poco a este hombre con un coeficiente intelectual tan bajo que probablemente debiese de conservar con cuidado las dos o tres células cerebrales que le quedaban sanas. “Tuve algunos trabajos gracias a los cuales me dieron un número de la seguridad social sin que yo lo hubiese pedido o hubiese dado aprobación. Decidí rescindir ese número que me habían asignado”. Después de esto y para demostrarle que solo era un idiota con gorrita y placa le dije “Siento si no sabías que se podía dar de baja un número de la seguridad social. Aunque el haberte enterado igual hace que dejes de gritar a la gente cuando hablas con ellos sobre temas en los que eres un completo ignorante”. Una vez dicho esto me pregunté cuantas impertinencias mas me iba a permitir Palazzo antes de sacar la pipa y volarme la tapa de los sesos para después ponerme una pistola en la mano y darles a sus superiores alguna excusa estúpida del tipo “le pedimos que nos entregase los cordones y el cinturón, pero se nos pasó por completo decirle que también tenía que dejar en recepción su arma de fuego”. Él me respondió, “¿me estás diciendo que no te acuerdas de tu número?”. Para no volver sobre el mismo tema le dije “si, sinceramente no me acuerdo”. Mi respuesta no era exactamente verdad, pero bueno.

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #8: Responde siempre a sus preguntas con otra pregunta, o no digas nada, o al menos algo que no les de ninguna información. Puedes aprender el maestro de la evasión, Ollie North, implicado en el escándalo Irangate: “Señor North, ¿le dijo el presidente directamente que vendiese armas a Irán y cambiarlas por rehenes a las milicias pro Iranís, y utilizar los beneficios para ofrecerlos a las Contra guerrillas de la derecha Nicaragüense?”, “Vaya, pues la verdad es que no me acuerdo”. Pero mejor aun es darles información falsa que ellos piensen que les va a ser útil o responder cosas que no tengan nada que ver con lo que te preguntan: “¿Qué estaba haciendo usted anoche a la hora en que ocurrió el suceso?”, “Ayer los Mets jugaron realmente bien ¿eh?”.

Como yo no llevaba ningún documento identificativo encima no les podía dar un número de Seguridad Social que probase que yo era quien decía que era, Palazzo estaba empezando a sentirse frustrado.

APÉNDICE AL HECHO POLICIAL #6: LOS AGENTES DE POLICIA SON COMO ROBOTS. CUANDO TU ACTÚAS DE UNA MANERA DIFERENTE A CÓMO ELLOS HAN LEÍDO QUE VAS A ACTUAR EN ALGUNO DE SUS MANUALES ENTONCES SE PONEN NERVIOSOS Y EMPIEZAN A AMENAZARTE Y A INTENTAR INTIMIDARTE PARA QUE ACTÚES COMO ELLOS QUIEREN. NO SON CAPACES DE FUNCIONAR SI NO ES SEGÚN LAS REGLAS QUE LES HAN METIDO EN SU CEREBRO DE MOSQUITO.

“¿Tienes el carné de conducir?”, “No”. Palazzo necesitaba algún tipo de identificación de mi persona. Estaba convencido que de un momento a otro se le iba a producir un cortocircuito en el cerebro, y una de dos, o empezaba a llorar como un crío o me llevaba a alguna sala donde nadie pudiese oírme y me daba una buena paliza. Al final, aquel policía, que perfectamente podía ser reemplazado por un chimpancé, me dio incluso lástima y le comenté que en casa tenía un pasaporte y que podía mandar a un amigo a recogerlo y que lo trajese a la comisaría. Palazzo aceptó. Me dio mi teléfono móvil y me dejó hacer mi llamada, a la que se supone que tenía derecho, aunque visto lo visto probablemente sea otro mito de las pelis de policías.

En ese momento me di cuenta de que no tenía amigos!. Solo una larga lista de “conocidos” apuntados en la agenda de mi teléfono a los que parecía no importarles mucho los mensajes que les dejaba en el contestador diciéndoles que se trataba de un asunto realmente urgente y que me llamasen en cuanto lo oyesen. Finalmente una de mis “conocidas del móvil” me llamó y me dijo que podía coger mi pasaporte y traerlo a la comisaría. Le dije que sería mejor que trajese solo el número del pasaporte, que era lo único que la policía necesitaba, y así no les daría mas información de la necesaria. Al rato llegó a recoger las llaves y se fue a mi apartamento.

Mientras esperaba a que volviese con el número del pasaporte hice una repetición mantra, que consiste en repetir una palabra muchas veces que para ti tenga un significado especial, además así me mantenía ocupado. Lo hacía lo mas irritantemente posible, para molestar lo mas que podía a Palazzo, que me preguntó qué coño estaba haciendo, a lo que le respondí que “concentrándome para tratar de recordar el número de la Seguridad Social”.

La palabra que repetía era el nombre de un supuesto iluminado, cuyos libros había leído durante una temporada. Mentalmente le pedía que si realmente tenía poderes me sacase de aquel agujero y que, aparte, les diese un buen ataque de diarrea a todos los agentes implicados en mi detención. Esperaba que apareciese por allí como la bruja buena de “El Mago de Oz” y me dijese, “Coge tus zapatillas, cierra los ojos y despertarás en el salón de tu casa, con un nuevo episodio de South Park recién empezado en la tele”.

Quería cerrarlos, pero la intensidad de todo aquello me lo impedía, algo hacía que estuviesen totalmente abiertos. Me sentía como Malcom McDowell en la escena de la rehabilitación de “La Naranja Mecánica”, cuando le ponen esos horribles aparatos para mantener sus ojos abiertos. Aparte de no poder cerrar los ojos, estaba empezando a sentir nauseas por la mezcla de violación de derechos civiles e idiotez supina que me estaba tocando sufrir.

Estaba metido en una celda pequeña con otro dos tíos. Uno era un chaval asiático muy bien vestido con pinta de haber estado en una fiesta, haber salido a echar una meadilla entre los arbustos con tan mala suerte de haberse topado con dos policías de mal humor.

El otro tío era un chaval gordo con una sudadera gris realmente sucia. Parece ser que le habían pillado haciendo algo y cuando metieron su nombre en la base de datos habían descubierto que tenía algunas causas pendientes. El chaval les había comentado que debía de haber algún error, a lo que los maderos le habían respondido que todo el mundo dice lo mismo e los calabozos. Allí dentro yo me sentía como en esos anuncios de Mc Donalds en los que siempre aparece un chico blanco con su amigo asiático y su amigo con sudadera gris sucia esperando en la cola para comprar un Happy Meal. (Bueno, en la actualidad el chico de la sudadera gris sucia ha sido reemplazado o por un amigo negro o por una chica. Ya sabéis, corrección política).

El chaval de la sudadera gris no paraba de decir el hambre que tenía y cuantas ganas tenía de hacer pis. Un policía sentado enfrente de un ordenador le aseguró que podría comer y hacer pis en breves. Ese día había sido agotador para mí, y además no había comido nada, pero aun así no tenía nada de hambre. Eso me hizo pensar como a la mayoría de la gente, aunque les estuviesen pisoteando sus derechos civiles, solo les importaba tener la barriga llena.

Iban a tomarle las huellas al chico de la sudadera gris, pero no encontraban la almohadilla con la tinta. Pensé en tocarles un poco las pelotas diciéndoles lo cutres que eran por no tener el inventario del material de oficina al día, pero acabé convenciéndome a mi mismo de que eso solo serviría para que fuese a la tienda 24 horas mas cercana a comprar una de esas almohadillas para estrenarla conmigo.

En la cela había un banco muy duro de madera donde estábamos sentados. Allí olía como si hubiesen cogido a un vagabundo empapado de orina y le hubiesen restregado por el suelo. Había unos cuantos envoltorios de plástico arrugados y manchados tirados por el suelo, lo que probaba mi teoría de que mucha gente trapichea drogas llevándolas metidas en el culo. Separándonos de la libertad estaban la hilera de barrotes. La parte de arriba eran los barrotes típicos, y la parte de abajo era vallado de alambre.

APUNTES SOBRE UN ARRESTO #9: LLEVA SIEMPRE EN EL CULO UNOS CORTALAMBRES, POR LO QUE PUDIERA PASAR

Fuera de la celda había un cartel en el que ponía “NO SE PERMITE COMIDA EN LAS CELDAS”. Pensé en llamar a Palazzo para preguntarle por qué ponía CELDAS si en realidad solo había una. Además, ¿para qué prohibían esa gilipollez?, ¿creen que de camino a la comisaría te vas a pasar por el chino a pillar algo de cena?. Vamos a poner que nos llevan a otra celda, y nos encuentran a nosotros tres comiéndonos a un madero que había pasado por allí, si en el cartel pusiese “CELDA” en lugar de “CELDAS” tendríamos la excusa de que pensábamos que el cartel solo se refería a la otra. Pero Palazzó tenía la misma pinta de los matones de instituto, que cuando el empollón de la clase les deja en ridículo solo saben actuar de una manera, pateándole los huevos al empollón. Así que me callé y solté una risilla, pensando en lo ridículo y absurdo que era todo aquello.

Después de que mi amiga llamase para dar el número de mi pasaporte me sacaron rápido. Salí de la comisaría con los cordones de mis zapatillas y mi cinturón en la mano, y con ganas de estrechar la mano de alguien, como Dustin Hoffman en la película “Rain Man”. Cuando salí me llevé una buena sorpresa, había siete personas de W.A.R esperándome a la salida. Me sentí querido y apreciado, mas aun después de que todos mis “amigos”, excepto una, me hubiesen demostrado que no les importaba una mierda si me pudría en aquella celda. Mi amiga la hostil me contó mas tarde que también había estado esperando fuera, pero que se tuvo que ir antes de que yo saliese. Aquello me demostraba con quién podría contar de aquí a un tiempo. Les dije a todos los que estaban allí que no se preocupasen por mi. Hay gente cumpliendo condenas de muchos años debido a su activismo, lo mío tan solo había sido un pequeño percance que se solucionó a las pocas horas.

Me contaron que habían mandado un e-mail masivo contando lo que había pasado conmigo y habían incluido el número de teléfono de la comisaría, por lo que probablemente habrían recibido llamadas de todas partes del país interesándose por mí y asegurándose de que me sirviesen comida vegana. Si lo llego a saber me quedo mas tiempo!.

Les ofrecí invitarles a un té, pero ellos me dijeron que se tenían que ir, probablemente a lanzar ladrillos contra el escaparate de una peletería o algo así. Les volví a dar las gracias, les deseé una feliz noche y me fui a casa sin saber muy bien si de repente iba a despertarme en mi cama dándome cuenta de que todo había sido un sueño. Ese día había sido realmente bizarro. Me gustaría tener la posibilidad de volver a examinar todo esto en mi audiencia en la corte el 30 de Diciembre.

Hay muchas lecciones que aprender de este pequeño incidente:

1- Si hay algo que te importe mas que tu libertad y tus derechos, ya sea un perro, tu hijo o tu trabajo, todo lo que alguien tiene que hacer es poner en riesgo uno de esas cosas que te importan para que renuncies a tu libertad y a tus derechos en un instante. Deberíamos peguntarnos: ¿Cuánto nos importa realmente la liberación animal y qué estamos dispuestos a sacrificar por ella?

2- Lo que nos divide en este estado policial en el que vivimos es la creencia de que estamos separados de otros que luchan por otras causas que no son las nuestras, o que luchan la nuestra pero con visiones distintas. Muchas personas a las que no les importa el tema de los derechos de los animales ni siquiera se para a mirar cuando un policia viola claramente los derechos de un activista animalista. Si queremos volver a este país en su sitio, es decir, en manos de los ciudadanos, entonces debemos de empezar a preocuparnos por nuestros derechos y los de los demás, aunque no tengamos cosas en común con ellos.

3- Hay una gran diferencia entre la teoría y la práctica, especialmente cuando te enfrentas a la policía. Aunque sean ellos quienes tienen las pistolas y las armas, nosotros debemos conocer bien nuestros derechos, prepararnos lo mejor posible y usar todos los medios a nuestro alcance para que no nos pisoteen, conocer la ley. Y sobre todo, debemos aprender a estar preparados para una detención mentalmente, porque no es fácil permanecer tranquilo y con la cabeza fría cuando ves que se están pisoteando todos tus derechos uno tras otro.

4- Descubrí que también es importante darte cuenta de quienes son tus verdaderos amigos. En nuestra vida diaria nos relacionamos con mucha gente y habitualmente les colgamos la etiqueta de “amigos” con demasiada facilidad. ¿Pero cuántos de esos “amigos” estarían dispuestos a abandonar sus planes de fin de semana para cuidar de ti, cuántos de ellos darían la cara, cuántos pasarían a la acción por ti?. Muchas de las personas con las que yo pensaba que podía contar me fallaron, algunos de ellos tardaron días en volver a llamarme, aun habiendo escuchado mi frenético mensaje en sus contestadores en los que les pedía ayuda para que me sacasen de allí porque “pensaban que no iría tan en serio”. Sin embargo también hubo gente a la que ni siquiera consideraba amigos que estuvieron ahí, dando la cara cuando les necesité, porque creían en lo mismo que yo y en el derecho a luchar por ello, anteponiendo esa lucha a la comodidad.

Llegué a casa y allí estaba mi perra, contenta de verme de nuevo y mirándome con unos ojos que parecían decirme “Vamos a dar una vuelta, si no llegas a venir me hubiese cagado por toda la casa!”.


Asananda X es un yogi de la verdad. Deja la exaltación de la violencia o la compasión para otros, él trata de inspirar la búsqueda de la verdad con humor. Puedes contactar con él en AsanandaX@yahoo.com. Dedica su trabajo a su gurú espiritual, Sri Baba Ganesh
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.