13 jul 2008

Pobladores de la reserva ecológica zapatista de Huitepec acusan al edil de hostigamiento

Hermann Bellinghausen

Huitepec, Chis. “Vamos a resistir cualquier intento de desalojo. Estamos dispuestos a defendernos porque es tierra de nuestros pueblos”, declara el campesino, que habla rodeado por unos 25 indígenas con pasamontañas, que asienten.

En cualquier momento, advierte, “la guardia se puede aumentar a cien o las personas que hagan falta”. Lo ha hecho ante hostigamientos como los sufridos en las semanas recientes por órdenes del presidente municipal de San Cristóbal de las Casas, Mariano Díaz Ochoa.

A un año y cuatro meses de establecida la reserva ecológica zapatista en la parte alta del cerro Huitepec, ¿cuáles han sido los resultados? ¿Los hay? El representante de las bases de apoyo del EZLN en la comunidad Huitepec Ocotal Segunda Sección responde:

“Claro. Los animalitos ya no se espantan. Se asoman las ardillas, los armadillos. Están regresando porque nadie los molesta. Hasta un tigrillo volvimos a ver, hará poco. Y los árboles se tupieron. Antes, del robledal, las gentes sacaban leña; ya no. Hemos quitado los basureros que dejaban los vecinos de las residencias privadas”.

La guardia zapatista “diario camina” alrededor de la reserva de 102 hectáreas, y ha logrado impedir el saqueo de madera y agua, así como cualquier clase de cultivo.

Díaz Ochoa acudió la última semana de junio a Huitepec Ocotal Segunda Sección. Se renunió con los priístas y les ofreció pavimentar el camino “a cambio de que firmaran el acta del desalojo. Y si no lo hacían, no les daba la obra”, dice el zapatista en uso de la palabra.

En la vecina Los Alcanfores, algunas personas “compran barato a los campesinos y luego venden en lotes con suministro de agua”. Sólo que el agua ofertada a los compradores (de la ciudad o extranjeros) por el fraccionador Alejandro Cabrera proviene del manantial de la reserva zapatista, y al estar protegido, ha dejado de ser accesible para sus negocios.

“Estas tierras no son de nadie. Por eso les pertenecen todos y tenemos que protegerlas y defenderlas, para que no las acaben”, puntualiza.
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.