30 ago 2008

Acerca de los doce ejecutados en Yucatán

Lorena Aguilar Aguilar

A raíz de que fueron descubiertos doce cuerpos decapitados abandonados en la ciudad de Mérida la conmoción no se hizo esperar, las primeras planas de los periódicos locales dieron una amplia cobertura a este hecho y se recordó aquella cabeza hallada hace ya varios meses en las inmediaciones de una televisora local, algunos con más otros con menos amarillismo. Todo indica que el múltiple homicidio esta relacionado con el tráfico de drogas en la región.

Han surgido diversas versiones de estos hechos, las cuales han contribuido a acrecentar la sicosis colectiva entre los habitantes de la ciudad. Pero más allá de la tonalidad que los medios le den a los acontecimientos, hay una serie de hechos que son innegables por más que las autoridades intenten ocultarlos, primero el grado de descomposición social al que estamos llegando producto de un sistema político, económico y social que simplemente no esta funcionando, cuando parece que ya hemos tocado fondo, se dan acontecimientos que nos recuerdan que lo peor aun está por llegar; por otra parte ya es imposible negar hasta donde ha penetrado el crimen organizado dentro de los niveles más altos del gobierno, cabe mencionar que en uno de los cuerpos había un mensaje dirigido al Secretario de Seguridad Pública, es decir, todo parece apuntar que para Yucatán este será sólo el comienzo.

Al respecto, la gobernadora del estado; Ivonne Ortega Pacheco, se limitó a emitir un mensaje sin el más mínimo contenido, solamente por cumplir e intentar lavarse la cara de estos acontecimientos. Habló de una serie de amenazas que se han recibido por parte del narcotráfico, lo cual es una ofensa a la inteligencia del pueblo. Hasta el momento todo nos indica que no hay el más menor interés de brindarle seguridad y protección al estado ante el crimen organizado, bueno esto es más que obvio debido a la relación estrecha entre Estado-delincuencia organizada.

Estos acontecimientos nos recuerdan que simplemente con reuniones mega publicitadas en palacio nacional, campañas mediáticas y mensajes superfluos y sin el menor compromiso será imposible esconder la dura realidad que hoy día vivimos en nuestro país, el crimen organizado no solamente ha rebasado al sistema mexicano, si no que también se ha adentrado hasta lo más profundo.

Las recientes ejecuciones de Yucatán, al igual que las del resto del país, sobrepasa a un simple ajuste de cuentas entre bandas criminales; la saña con la que son tratados los cuerpos, no sólo se trata de torturarlos y mutilarlos, es necesario también exhibirlos, trae consigo un objetivo claro: impactar en la sociedad, cimbrar en lo más hondo de la opinión pública.

El mensaje es por demás claro, se ha penetrado hasta la medula dentro del sistema, la supuesta guerra desatada contra el crimen organizado, en especial el narcotráfico es una de las más grandes farsas de este sexenio. El narcotráfico se ha extendido a lo largo y ancho del país, ya no es una cuestión de “zonas conflictivas”, México entero es ya una zona de conflicto.

Los hechos ocurridos en Yucatán simplemente se vienen a sumar a los cientos de asesinatos que han ocurrido, y seguirán ocurriendo en nuestra nación, todo a vista y paciencia de los encargados de asegurar la vida de los ciudadanos. Sinaloa, Guanajuato, Yucatán…y la cuenta de muertos continúa.
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Un revolucionario es, sobre todo, un humanista, alguien que apuesta al libre desarrollo de la personalidad, y que reconoce en la revolución el medio para construir las condiciones de la libertad.